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Es imposible sustraerse, justo al final de la Semana Santa, del Domingo de Resurrección que hoy celebramos. El mensaje potente de alegría y felicidad, tras la tristeza de la pasión y muerte de Cristo. Ese que en múltiples representaciones hemos visto por nuestras calles y ... que, ante la crueldad, la sinrazón y la injusticia, tanto nos ha conmovido. Pudorosamente llamamos tradición religiosa a lo que finalmente es pura celebración general de fe y esperanza y en la que se mezclan la explosión de emociones estéticas, los recuerdos y la nostalgia, la trascendencia y el recogimiento. Cierto que unos se recogen más que otros y que nuestra parafernalia humana es tan compleja que en las sociedades desarrolladas se acaba por resaltar más el ocio que la trascendencia, pero es innegable su presencia. Porque es innegable también la conquista del espacio por el Nuevo Testamento como esencia o pretexto cada cual sabe.

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