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Tienen que defenderse. Ya deben de estar hartos de los múltiples ataques que sufren. Y eso que es un sector que tiene como principal 'pecado' emplear a miles de ciudadanos. Los hosteleros se han plantado y han planteado que harán un cierre patronal si se consuma la última tropelía contra ellos, la declaración de zona acústicamente saturadas para casi un centenar de calles sin tener en cuenta la actual configuración de las mismas. Los bares y restaurantes de Málaga están siendo demonizados últimamente. Se les señala como los culpables de todos los males del centro, de los ruidos, de que haya tantos turistas, de que entorpezcan con sus terrazas el paso de todo el mundo. Vamos, que parece que vivimos en una ciudad poco menos que apocalíptica por culpa de estos profesionales, tildados por muchos como usureros y explotadores.
Hombre, habrá de todo como en todos los colectivos, pero la mayoría de estos empresarios hacen bien su trabajo y además lo hacen dentro de la legalidad. Por eso deben defenderse para dejar de ser el pimpampum. Y el Ayuntamiento debe tener con ellos la consideración que se merecen. Más que nada porque ha sido precisamente este equipo de gobierno el que ha alentado que Málaga se convierta en una ciudad turística. Y no es criticable que apostara por eso, sino que no afronte con responsabilidad y valentía las consecuencias. Está claro que la actividad de bares y restaurantes genera molestias a los vecinos. Pero no se puede estar de pie y sentado al mismo tiempo. Sus intereses son como el agua y el aceite. Por eso siempre hay que intentar conjugar las aspiraciones de todas las partes y cuando esto es prácticamente imposible se debe apostar por los intereses de la mayoría.
En este caso, la polémica afecta a un centenar de calles del casco antiguo, en donde trabajan unos 4.700 personas en bares y restaurantes y comercios, frente a los 2.700 vecinos que según el Ayuntamiento hay censados. Los hosteleros sostienen que no hay ni un millar de residentes. Está claro que el Ayuntamiento debe primar a esos miles de empleados, sin tener en cuenta a las miles de personas que acuden a esos establecimientos. A veces se olvida que el centro de una ciudad es el gran lugar de encuentro de sus habitantes. No es lógico que en el epicentro de la capital se viva igual que en un barrio. Por definición son zonas completamente distintas. El propio Ayuntamiento lo entiende así, con la organización casi semanal de actividades que no son para nada silenciosas.
Sin ir más lejos, el día en el que los hosteleros han planteado cerrar se inaugurará la iluminación navideña, que además de la espectacularidad del montaje suele contar con unos pases musicales a toda pastilla. Está claro que se pasará en unos cuantos más decibelios de los permitidos. Pero a ellos no les multará nadie. Ni se les impedirá organizar nuevos actos. Sin embargo, si se declara la zona acústicamente saturada sin tener en cuenta el carácter turístico de cada calle, que es lo que piden los hosteleros, se bloqueará la apertura de nuevos negocios y las terrazas, si la interpretación de la norma andaluza es muy restrictiva, tendrán que desaparecer de un plumazo. Y una calle sin terraza es una calle muerta. Una calle triste. Una calle peligrosa desde el punto de vista de la seguridad.
El alcalde no debe dar la espalda a este colectivo que tanto hace por el turismo de Málaga. No se puede tirar por la borda esa estrategia de ciudad por querer hacer lo imposible, que no es más que contentar a todo el mundo. Hay que tomarse en serio a este sector. Mimarlo, no demonizarlo. Porque después vienen las lamentaciones. Luego todos los responsables políticos se ponen nerviosos cuando empiezan a bajar los datos referentes a la llegada de turistas. Y es normal que lo hagan, porque este es uno de los pilares en los que se sustenta la economía local. Por eso los hosteleros cuentan con el apoyo de tantos colectivos sociales y económicos. Por eso tienen todo el derecho a hacer ruido con sus protestas, aunque sea cerrando a cal y canto. Estaría bien comprobar cómo sería un día del alumbrado con todos los bares y restaurantes cerrados. Alguno se tendría que dar cuenta de lo que estamos hablando. Ánimo al sector.
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