Hay que hacerlo
A cada uno lo suyo ·
¿Es incompatible mostrar respeto por la muerte de este gran deportista y al mismo tiempo poner de manifiesto la temeridad de su proceder?Secciones
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A cada uno lo suyo ·
¿Es incompatible mostrar respeto por la muerte de este gran deportista y al mismo tiempo poner de manifiesto la temeridad de su proceder?No soy de natural pesimista, pero cuando un ser querido viaja en carretera es indescriptible la sensación de serenidad que me genera la llamada que anuncia que todo ha ido bien y que están en su destino. Cumplir a rajatabla las normas de circulación no ... blinda la seguridad del conductor ni la de los acompañantes: si el coche que tiene a su lateral, enfrente o atrás hace una mala maniobra por despiste, cansancio, drogas, alcohol o imprudencia temeraria con la velocidad, puede caer hasta el apuntador. En otras palabras, los efectos colaterales de «pasar» de las normas generan heridas, sufrimiento y en muchos casos, la muerte, tanto del infractor como de personas involucradas sin beberlo ni comerlo. La muerte del futbolista José Antonio Reyes a los 35 años en un accidente de tráfico es una tragedia que ha sumido en el dolor a sus seres queridos y nos ha consternado a todos por tratarse de una persona de relevancia pública y con una notable trayectoria deportiva. En cualquier caso, el ingente cúmulo de homenajes al fallecido, seguros que merecidos, ha desplazado la necesaria reflexión sobre un hecho verificado: en este accidente, Reyes conducía su vehículo a más de 200 K/H, lo que sería un delito (art 379 CP). Salvo que de la investigación se deduzca alguna circunstancia que demuestre lo contrario, hay serios indicios para concluir que ha silo la imprudencia del futbolista la que ha provocado su muerte y la de un familiar, así como heridas a otro acompañante en el vehículo.
¿Es incompatible mostrar respeto por la muerte de este gran deportista y al mismo tiempo poner de manifiesto la temeridad de su proceder? Yo creo que no, es más, se debe hacer con la máxima delicadeza, serenidad. pero también firmeza. Y hay que hacerlo porque las víctimas provocadas por conductores irresponsables merecen que la sociedad no baje la guardia ante esta sangría, en la mayor parte de los casos evitable con el mero cumplimiento de las normas vigentes. Hay que hacerlo porque se te caen los palos del sombrajo cuando uno va por la carretera y encuentra un muro, una farola o una esquina, con un ramo de flores que alguien puso donde todo acabó para su ser querido entre la chapa, la gasolina o un casco rodando. Hay que hacerlo por el mal rato cuando las sirenas revientan el silencio de la noche y tus hijos aún no ha vuelto de alguna salida propia de su edad y repasas los cuartos o esperas la contestación al móvil para quedarte tranquilo. Hay que hacerlo por el joven, el mayor o el mediano que no volverá jamás a ver un amanecer, aunque iba bien por su sitio, pero en una mala hora o día, o por el chaval que no perdía oportunidad para estar en forma y ahora solo puede ejercitar los brazos al arrastrar su silla de ruedas.
Por todas ellas, por todos ellos, hay que hacerlo.
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