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Hay que hacerlo

A cada uno lo suyo ·

¿Es incompatible mostrar respeto por la muerte de este gran deportista y al mismo tiempo poner de manifiesto la temeridad de su proceder?

Domingo, 9 de junio 2019, 09:33

No soy de natural pesimista, pero cuando un ser querido viaja en carretera es indescriptible la sensación de serenidad que me genera la llamada que anuncia que todo ha ido bien y que están en su destino. Cumplir a rajatabla las normas de circulación no ... blinda la seguridad del conductor ni la de los acompañantes: si el coche que tiene a su lateral, enfrente o atrás hace una mala maniobra por despiste, cansancio, drogas, alcohol o imprudencia temeraria con la velocidad, puede caer hasta el apuntador. En otras palabras, los efectos colaterales de «pasar» de las normas generan heridas, sufrimiento y en muchos casos, la muerte, tanto del infractor como de personas involucradas sin beberlo ni comerlo. La muerte del futbolista José Antonio Reyes a los 35 años en un accidente de tráfico es una tragedia que ha sumido en el dolor a sus seres queridos y nos ha consternado a todos por tratarse de una persona de relevancia pública y con una notable trayectoria deportiva. En cualquier caso, el ingente cúmulo de homenajes al fallecido, seguros que merecidos, ha desplazado la necesaria reflexión sobre un hecho verificado: en este accidente, Reyes conducía su vehículo a más de 200 K/H, lo que sería un delito (art 379 CP). Salvo que de la investigación se deduzca alguna circunstancia que demuestre lo contrario, hay serios indicios para concluir que ha silo la imprudencia del futbolista la que ha provocado su muerte y la de un familiar, así como heridas a otro acompañante en el vehículo.

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