Donald Trump no complicó a USA en ninguna guerra o conflicto armado durante su primer mandato y hoy -tal y como anunció, es cierto-, está ... envuelto en originales negociaciones para acabar con las hostilidades ruso-ucranianas. Desde luego, la irrupción del nuevo presidente estadounidense abre un ciclo o hasta una época y ya, tan pronto, se puede decir que se ha visto mucho y oído prácticamente de todo. Desde ese «sólo hay dos sexos, masculino y femenino» o «la revolución del sentido común», ambas recibidas muy en positivo por buena parte del mundo, hasta -lo desacertado- redenominar el Golfo de México como 'Gulf of America' o la absorción de Canadá como estado nº 51 y la compra de Groenlandia. Por cierto, en el universo hispano, ese que compartimos con un gran trozo del continente americano, ha sentado francamente mal la inmediata y sumarísima supresión de la página web en español de la Casa Blanca.
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Batir marcas tiene su riesgo, Trump ha vuelto a la máxima jefatura norteamericana tras perder en 2020 frente a Biden, presentarse al finalizar éste y contar con una inmensa oposición a su candidatura, tanto dentro como fuera del país, una gran victoria, un récord. Todo indica que su llegada, salvado y entendido su entusiasmo e incluso algunas improvisaciones y tanta firma televisada, tiene un estilo genuino -al menos en parte-: elefante en una cacharrería. Trump es atrevido, osado, carismático y representa a la primera potencia mundial, sí, pero no está sólo en el mundo y sus muestras parciales de desprecio por Europa -por ejemplo- no son de recibo y serán un principio de grandes quebraderos de cabeza para muchos y para él.
Instar a la negociación para detener la invasión rusa en Ucrania es algo que debió hacerse desde el principio, una responsabilidad que comparten europeos y norteamericanos, independientemente del apoyo occidental al país invadido, pero Whashington no puede pactar con Rusia sin más como si los demás no existieran, a una banda, o desechando a Ucrania. No se puede y no se debe, tampoco sacar a Europa de la ecuación, pues el viejo continente es, desde hace casi un siglo, socio comercial de USA, también aliado militar -a través de la OTAN- y parte integrante esencial de las políticas acometidas ante el conflicto de estos dos países eslavos por el bloque occidental (Estados Unidos y Europa). Así, apostando por la supuesta debilidad estructural de todos, lo más probable es que los objetivos de Trump, en éste como en otros asuntos, se vean finalmente frustrados, o puedan descarracharse. 'The gulf' fue descubierto y cartografiado en español y se llamó el 'golfo de la Nueva España', después 'de México'. Es mejor que hablemos, Mr. Trump.
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