Borrar

Greta, mira los pinsapos, chiquilla...

Intruso del norte ·

La Thunberg dijo poco, pero tampoco se esperaba a Luther King

Lunes, 9 de diciembre 2019, 10:19

Madrid, me lo dijo Chapu Apaolaza y yo lo vi antes de que los CDR de los polos derretidos quemaran plástico, Madrid estaba, digo, que parecía la calle de la Victoria en Martes Santo. La novia era Greta, que paseaba como ungida en un símbolo que no le corresponde ni por edad ni por lecturas. De modo que Madrid andaba paseando a la diosa sueca por pasar el rato, con pancartas como cartones y toda la calle parecía el Belén de la Colau.

Ir a manifestarse por manifestarse tiene estas cosas, que de un meme se hace una causa y nos sale una adolescente a quitarle el trabajo a los ingenieros de Montes que somos aquí muchos, como Antonio Pulido, al que le dejé una carta nemorosa y montañera en la cima axárquica del Lucero. Yo sé que hoy hay que hablar de verde que te quiero verde, de los veganos infranutridos y de los ecologistas de España que empezaron con Delibes y con esos niños que no entendían el alborozo de Rodríguez de la Fuente cuando (se) despeñaba un rebeco por Gredos. Así y todo los naturalistas somos gente pacífica, comemos lechazo, reciclamos hasta a Sánchez y en fiestas de guardar y nos vamos a Yunquera como voluntarios ambientales.

A Greta habría que invitarla ya a un pinsapar, que se 'eslomara' catalogando pinsapos y quejigos de alta montaña. Y que subiera al Puerto del Saucillo en ese velero de alta gama que en la Costa de Sol se utiliza para fiestones de dudosa reputación. A Greta la han elevado a símbolo mientras los padres, a los que les falló la época, van haciendo caja con la niña prodigio. Greta Thunberg dijo en Madrid que de ideas, nastis; y ella en un año ha visto cómo aumenta la temperatura global y cómo la tientan con una poltrona en un consejo de administración por cuota verde.

Yo quisiera invitar a Greta -sin los padres y acompañada de un tutor con dedos de luces- a que conociera las maravillas de la Sierra de las Nieves. Muy gustoso le explicaría los pisos vegetales de la Penibética y hasta los afloramientos de dolomías y la razón de las tierras bermejas por los altos de Estepona. Y si tiene ganas, a un paseo por la desembocadura del Guadalhorce con el Hermano Pato, la Hermana Mosca, el Hermano Mosquito y la Hermana Rata. Y cenar sardinas en Pedrega, que las sardinas son el mar de Málaga con una caña que lo platea.

A Greta no le haría mal un paseíto por el pinsapar, que es un ejercicio que limpia los pulmones y los calostros mentales. Greta somos todos, y todos tenemos que concienciarnos de que no hay nada más contaminante que el populismo vegetalista (sic). Porque aquí no se trata de culparnos del desastre, sino de tener conciencia y desmontarle el chiringuito a los cuatro irracionales que nos son tan biodesagradables.

En el fondo, la Thunberg, decir dijo poco, pero tampoco nos esperábamos a Luther King revivido después del tren borreguero que nos la trajo desde Chiado, por la dehesa lenta y augusta, que diría el poeta.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Greta, mira los pinsapos, chiquilla...