Gracias al mundo cofrade
Carta del director ·
Es justo reconocer la aportación de todo lo que significa la Semana Santa a la ciudad, a la cultura y, todo hay que decirlo, a la actividad económicaSecciones
Servicios
Destacamos
Carta del director ·
Es justo reconocer la aportación de todo lo que significa la Semana Santa a la ciudad, a la cultura y, todo hay que decirlo, a la actividad económicaYa nadie duda de que la Semana Santa de Málaga trasciende el hecho religioso para elevarse como una expresión popular con una extraordinaria dimensión social, cultural y económica. La masiva afluencia de personas a la procesión magna, creyentes, católicas, no practicantes o agnósticas, fue una ... nueva demostración de la atracción que provoca todo lo que tenga que ver con el mundo cofrade. A la evidente devoción de miles de malagueños se sumó anoche el deseo de otros muchos miles de malagueños de participar en esta manifestación colectiva, de salir a la calle, de acompañar a los sagrados titulares que forman parte, casi de una manera atávica, de la forma de ser y de vivir de muchas familias.
Esta manera íntima y singular de vivir la religiosidad, sobre la que se sustentan las cofradías, quizá sea difícil de entender para alguien que, por primera vez, se asome a Málaga. Aquí todo eso se asume con naturalidad. ¿Se puede explicar la relación del propio pueblo malagueño con el Cautivo? ¿O con la Virgen del Rocío? ¿O con la Esperanza? Diría que no se puede. Si alguien foráneo me preguntara por ello le invitaría a sumergirse entre la multitud, a dejarse llevar, a contemplar. Quizás así pudiera entender un sentimiento que se transmite de padres a hijos, que se hereda sin preguntar. Y lo que es más trascendental: sin hacerse muchas preguntas. Y quizás también si profundizáramos en todo esto llegaríamos a intuir algo parecido a la verdad, el sentido de la existencia o a ese enigmático mundo particular despojado de artificios. El yo frente a sus dudas. Y frente a la fe.
Toda esta carga emocional, religiosa y personal transita por la sólo aparente frivolidad de la calle y el jolgorio, de la bulla y los encierros. Nada es simple y mucho menos la Semana Santa de Málaga. Noches como la de ayer expresan la comunión de un pueblo. Y ya está, que mucho es.
Y en este contexto es preciso levantar una lanza en defensa de las cofradías y de los cofrades. Porque Málaga sería muy diferente sin su aportación. Sería otra ciudad, sería diferente. Podríamos empezar por lo evidente: la defensa de una tradición religiosa y el empeño por la conservación y protección de un patrimonio cultural de valor incalculable. Sin las cofradías, mucho de este patrimonio, por no decir todo, se habría perdido. Las imágenes, los tronos, los enseres y la propia historia contribuyen a consolidar una cultura y una serie de valores intangibles sin los cuales Málaga sería otra cosa.
Pero además hay que llamar la atención sobre la labor social y solidaria de las cofradías y de la propia agrupación, con una actividad incansable durante los 365 días del año. Esa labor, muchas veces callada y anónima, da sentido a una motivación cristiana que alimenta su propia existencia y facilita ese difícil equilibrio entre la disciplina y autoridad eclesial y la laxitud semanasantera.
Y en cuestiones mucho más mundanas, la Semana Santa no sólo alimenta el espíritu sino también los bolsillos. Otro de los argumentos para defender a las cofradías es su contribución a la actividad económica de toda la provincia. Anoche no solo se llenaron las calles, sino que muchos hoteles colgaron el cartel de completos, los bares y restaurantes vivieron una actividad frenética, así como los taxis, las empresas turísticas y el resto de servicios. El impacto económico es indudable y por ello hay que felicitarse.
Por supuesto que también se generan incomodidades, pero los beneficios decantan tanto la balanza que los errores o pequeños perjuicios ocasionados deberían pasarse por alto. Y este ejemplo puede servir también para otras muchas actividades populares que dan sentido a la vida de una ciudad del sur, una ciudad marítima y mediterránea que considera la calle otra sala de estar de su casa. Así somos, ésta es nuestra identidad.
Es preciso ordenar, planificar y aplicar el sentido común en la organización y desarrollo de todas estas actividades, así como preservar el respeto a aquellos que no lo vean y sientan igual, pero al mismo tiempo hay que estar agradecidos y tener una actitud proactiva y comprensiva. Málaga disfruta y vive de la Semana Santa, de eventos cofrades y religiosos como la procesión magna, del alumbrado navideño, del Carnaval, de la feria y de un sinfín de actividades que, no hay que olvidar, contribuyen de manera decisiva en un modelo económico enfocado a los servicios.
Defender el turismo y a los turistas, defender las cofradías y a los cofrades, defender la Feria y a los feriantes es también una forma de defender Málaga y su forma de vivir y de convivir. Una sociedad necesita expresar su comunidad, su sentido de pertenencia, aquello en lo que cree y que la identifica. Y anoche muchos malagueños pudieron hacerlo. Por todo ello: gracias, cofrades.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.