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El Goyaso

A la claqueta, nuestra mejor sonrisa

Lunes, 5 de agosto 2019, 07:26

El cine español es lo que es. Un talento que existe y que se exilia; Enrique Cerezo y sus cuentas, pero también Mario Camus, Erice, Garci, Jonás Trueba... y también Santiago Segura. Y actores que supieron dejar lo cómico -Sacristán, Landa, López Vázquez- para pintar con más profundidad de campo nuestras miserias. Y después, claro, el Festival de Málaga haciendo cantera y fijándose en el cine que se hacía en las otras orillas y con nuestra misma gramática. Pasó que mientras el Festival de Málaga sacaba talentos con juventud y series, en el Palacio de Congresos de Madrid los Goya quedaban como una cosa politizada, bardemizada, endogámica.

Todos sabemos de la vis política del actor, pero no es cuestión de ir a vomitarle en chaqué y al ministro del ramo lo malo que era Bush y lo seguidista que era Aznar. Ay.

La cosa es que los Goya vienen a Málaga y uno que lo celebra. Que puede ser un invierno benévolo y los actores pueden darse a la 'Dolce fare niente' en esa corniche multiétnica que es Pedregalejo, con un Macondo y un emblanco. Está bien que los Goya sean itinerantes en las principales ciudades de España, que si la industria suele venir subvencionada desde Pozuelo, es positivo que se vaya a airear en un AVE al nivel del mar.

La ceremonia de los Goya es una cicuta al talento, porque en España nos falta un Rat Pack y nos sobran mítines. Pero la cuestión es que el cine español evoluciona, ladran y cabalga: las plataformas en streaming han ido poniéndole las pilas a la industria de los sueños y el talento se multiplica. Hay un espejo de buen cine, y es Argentina, y por eso es que las películas van dejando el maniqueísmo de la Guerra Civil y se va haciendo un cine social con un humor blanco en estos tiempos de dictadura de los ofendiditos.

Goya en Burdeos, Goya en la Quinta del Sordo, Goya en Fuendetodos y Goya en Málaga, que la capital del Mediterráneo no deja a nadie atrás, ni siquiera al cine patrio, que va dejando de ser endogámico.

Si hubo quien clamaba contra la periferia de Málaga en las cosas del celuloide -a pesar de la consolidación de su festival-, con los Goya 2020 se le ha dado una torta sin guantes. Nos puede gustar o no el cine español, pero que es cantera de talentos es indubitable: quizá le falle esa dependencia de la teta pública, y por eso son muchos los que ponen caminito a Hollywood.

La llegada de los Goya a Málaga es una buena noticia. No sé si cultural o no -cierto cine no es Cultura-, pero una buena noticia que ilustra lo necesario que es contar con un polo como Málaga, que, a su vez, debería plantearse cómo cuida a sus valores vernáculos.

La ciudad se va creyendo su papel de locomotora de todo lo que hay de Madrid hacia abajo, de urbe capital de este Mediterráneo que habla la lengua de Cervantes. La cuestión es ponerle a la claqueta una sonrisa. Como sabemos hacer.

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