Nadie pudo imaginar que en 2022 hablaríamos de un intento de asonada en Alemania, tampoco parecía probable que el extravagante e increíble Pedro Castillo, una vez presidente de Perú, hiciera más movimiento que el del populismo dañino y contagioso correspondiente. Pero la realidad supera cualquier ... pronóstico. En España ya hay quien dice aquello de que «nadie conoce a Pedro Sánchez», vamos, que cualquier parecido con su perfil anterior, sus compromisos o exhibidas ideas, es pura ficción. De hecho, cuando a Sánchez alguien osa recordarle algunas declaraciones absolutas de las cosas que dijo que no haría –no es no y nunca es nunca...–, el presidente hace tales muecas de desaprobación como si no cupiera traer estas cosas. Como si recordar estos compromisos televisados fuera un ejercicio indebido, casi una mentira o una manipulación. Él ha cambiado de parecer –y de qué manera– y no se explica que los demás puedan no aprobarlo; es más, está convencido de que los que le fustigan fingen para no aplaudirle.

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El 'tour de force' de la semana de la Constitución y la fiesta de la Inmaculada dejará huella, reformas exprés del código penal en directo beneficio de sus socios de legislatura para aprobar presupuestos, algunos puntos y comas para favorecer a algún reo propio y a todo meter con el Poder Judicial. También, como consecuencia, algún basto brochazo en el Tribunal Constitucional. Es el diciembre del ahora o nunca, hay que preparar el año definitivo: elecciones municipales y autonómicas, presidencia de la UE y elecciones generales. A la vista del ritmo de reformas indefendibles, de su entrega a los más verbalizados adversarios de España, da vértigo pensar lo que este señor puede aún acometer o impulsar. En el mejor de los casos, esta legislatura tiene por delante menos de un año, en ese plazo este dirigente –apóstata de la socialdemocracia y de sí mismo– aún dará más conformidad a sus aliados con lo que quiera que le pidan, ¿no creen?

A estas alturas, el Gobierno PSOE-Podemos sólo se ha mostrado firme en su propósito de continuar mandando. Se temen más novedades de Cataluña –un posible referéndum–, no se descartan específicos ataques a la Monarquía, la desprotección del estado es ya un hecho, se habla de propiciar la anexión de Navarra por el País Vasco... Intenciones no faltan y pensar lo peor ya no es una opción. El paquete legislativo de la 'sólo sí es sí', ley trans, bienestar animal, código penal, etc. es trepidante e indeseable. A ello hay que añadir la importante subida de la tasa del esfuerzo fiscal, la inflación propia y de nuestro entorno, el desempleo –aunque sea con maquillaje de datos– y la desesperante e inepta aplicación de los europeos Next Generation. Dicen las encuestas que a medida que el tiempo pasa con Sánchez en la presidencia la pesadilla que supone se hace más insufrible. En mayo las elecciones municipales y autonómicas tomarán la voz del pueblo, dicen que el enfado de Sánchez será sonado, esperemos que no ose ni siquiera pensar en leernos ningún papelito a lo Pedro Castillo.

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