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Pase lo que pase, Vox ya ha conseguido colar un gol por toda la escuadra a sus socios de Gobierno andaluz. El teórico bipartito PP- ... Cs que logró arrebatar la Junta al PSOE el pasado 2 de diciembre, teórico porque en realidad es un tripartito, deberá encajar en sus primeras cuentas públicas las pretensiones del partido de ultraderecha al que querían mantener como convidado de piedra en el festín del poder. Igual al final retiran la enmienda de totalidad, como piensan muchos, pero igual no. También creían que no serían capaces de hacerlo, y el todopoderoso Bendodo proclamó, como un reto, que «las enmiendas se presentan o no, pero no se negocian», para encontrarse poco después con el anuncio de los hechos consumados. ¿Que no se atreverán? pues se atrevieron, y ahora ya el tono es otro: dispuestos a negociar con Vox hasta el límite del plazo para retirar la iniciativa parlamentaria, que puede tumbar el primer presupuesto del 'Gobierno del cambio', y una clara adopción del lenguaje ultraderechista en la jerga oficial, los 'chiringuitos ideológicos', etc, como guiño de amistad a los de Abascal. Ya se sabe que la Lengua no es inocente.
Si la retira, Vox podrá vender resultados, si no lo hace infligirá una seria derrota al Gobierno de Juanma Moreno, que aunque podrá seguir con las cuentas prorrogadas, quedará en evidencia por su debilidad y que tal inestabilidad lo va a ser por toda la legislatura. Vox tiene la «sartén por el mango», como le gustaba decir a Juan Marín en el periodo anterior respecto a su acuerdo con Susana Díaz. No son tan inexpertos estos recién llegados, por mucho que su infantería en el Parlamento andaluz cometa errores de bulto.
Mi impresión es que esto no ha hecho más que empezar. ¿Y si Vox pide sillones, es decir puestos en el Consejo de Gobierno? Es lo que se ve venir por la estrategia que el partido ultra avanza en otras comunidades. Puede no ser ahora, sino más adelante, en el momento propicio. Por ahora, se divierten poniendo contra las cuerdas a los partidos andaluces, muy en especial a Cs, con quien Serrano quiere una foto. No es poca cosa, aunque pueda parecer anécdota.
Más allá del episodio, incluso del marco general de pactos nacionales en el que sin duda Vox usa el caso andaluz como elemento de presión, el episodio plantea hasta dónde estarán dispuestos los dos partidos a ceder para conservar el poder. No serán concesiones cualquiera, sino aspectos que afectan al fondo de sus propias ideologías, basadas, que duda cabe, en la tolerancia y el respeto a las libertades. Un enigma dentro de un acertijo.
Y a todo esto el PSOE, que sigue sin hallar su sitio como oposición, se encuentra con un regalo inesperado. Para que digan que la política no es entretenida.
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