El globo espía chino que ha saltado a la actualidad es un asunto tan original como impensable, el futuro inmediato casi siempre nos sorprende. De manera que, en medio de la invasión de Ucrania y sus alarmantes circunstancias, el proceso de la autorización alemana para ... permitir el envío de los carros de combate 'Leopard', la inflación o el frío polar en el invierno europeo, etc. surge un globo en el espacio aéreo estadounidense cuyo objeto y función son más que sospechosos. Por alguna razón, se habla incluso de alguna insuficiencia técnica –por la gran altura a la que navega el artefacto–, pura prudencia política o la combinación de ambas magnitudes, los estadounidenses no han derribado el objeto de esta discordia. Ahora ya son dos, el segundo vuela sobre Hispanoamérica, a saber... Parece que China, tras su 'papel estrella' en la nefasta pandemia del covid, quiere ser omnipresente, su potencial económico, humano y bélico, es sobrecogedor. De momento, no se ha avistado en Europa ningún artefacto de éstos que las autoridades chinas dicen que son para estudiar el clima, nadie lo cree.

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Entre los retos actuales de la humanidad, que van de la pacificación a la gestión del futuro contra las hambrunas, las injusticias y el apasionante desarrollo tecnológico y su mejor uso, también está el diálogo internacional más constructivo. Pero, a veces –muchas–, adivinar las auténticas intenciones de unos y otros y conseguir neutralizar efectos indeseados es una tarea ardua de tiempo y paciencia. Es relativamente frecuente que el desarrollo de cumbres bilaterales no arroje ningún resultado concreto, unas veces por la falta de acuerdo y otras por la postura premeditada de, al menos, una de las partes. Sin ir más lejos, la puesta en común en Rabat de los gobiernos de España y Marruecos de hace un par de días ha sido un absoluto fiasco –rayando en el ridículo diplomático–, el presidente Sánchez no ha logrado ni el más mínimo resultado o compromiso. Ello a pesar de tanto que se ha puesto sobre la mesa en favor de los deseos del Rey alauita, el inexplicado y repentino giro de 180 grados en la cuestión del Sáhara, que un día se sabrá, o la chusca imposición de voto a los socialistas españoles en el Parlamento Europeo contra la libertad de prensa. Decía al efecto el europarlamentario López Aguilar que, si hay que tragarse un sapo, se traga. Todo a cambio de nada.

En España, como en todas partes, los ciudadanos esperamos de los gobiernos su mejor hacer para despejar el horizonte de globos y amenazas y avanzar. Pero somos humanos y cometemos errores, como leyes que cosechan los efectos contrarios a los anunciados o trenes recién hechos por algo más de 250 millones de euros que no caben por los túneles que pretender transitar. Nuestro Gobierno, el de Sánchez, falla mucho. Los indultos a los golpistas, la eliminación de la sedición, la rebaja de la malversación y la errada ley de sólo sí es sí, son un paquete político al que sólo cabía añadir «el día de los trenes desmedidos».

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