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Alberto Garzón, ministro de Consumo. europa press
Garzón, ministro antiConsumo de productos españoles

Garzón, ministro antiConsumo de productos españoles

REPASO SEMANAL ·

Javier Recio

Málaga

Domingo, 9 de enero 2022, 10:49

Alberto Garzón lo ha vuelto a hacer. El malagueño no ha tenido otra que decir que parte de la carne española que se exporta es ... de mala calidad y de animales maltratados. Y lo ha hecho en un medio británico, que ha destacado esta frase del ministro español porque en la lógica periodística era lo que se tenía que hacer. Chapeau por el compañero de 'The Guardian'. Todos hubiéramos hecho lo mismo. El malagueño ha intentado sin éxito matar al mensajero diciendo que se había traducido mal y que no incluía los matices. Para nada. Garzón dijo lo que dijo. Y como se dice por aquí, ¿qué necesidad tenía de hacer eso? Tan es así que hasta el propio Gobierno español lo ha desautorizado, diciendo que hablaba a nivel particular para que no salpicara al resto del Ejecutivo. Garzón habló como ministro, como no podía ser de otra manera y ha metido la pata. Y la ha metido porque si es cierto lo que declara en España tenemos un problema. El de la calidad de cierta carne procedente de macrogranjas. Y eso es muy grave. ¿Quiere esto decir que en nuestro país no hay controles de calidad de los alimentos que nos llevamos a la boca? ¿Es que no hay controles también a nivel europeo para certificar que la carne que se exporta desde España es apta para el consumo? Obviamente parece que sí hay controles, que el que no cumple con el control de calidad para ser ministro es el malagueño Alberto Garzón. Huelga decir que hay carne de mayor o menor calidad. Aquí y en el Reino Unido, donde se publicaron esas declaraciones. Que nadie se lleve a engaño, ya que allí también hay macrogranjas como en el resto de los países desarrollados del mundo. No es lo mismo la carne de Kobe, donde las vacas están mimadas, que las de una macrogranja. Hasta ahí llegamos todos. Pero hay que entender que no todo el mundo se puede permitir el lujo de comer esa carne japonesa de una manera recurrente, porque los sueldos no dan para más. Pero eso no quiere decir que la carne que vemos en las carnicerías sea mala. Ni mucho menos. Si fuera así habría un importantísimo problema de salud pública. Pero a Garzón le gusta ponerse estupendo y le ha dado por decirle a la gente lo que tiene que comer y en la cantidad que decida él. Le falta poner una cartilla de racionamiento al estilo cubano, de donde dijo que había un consumo realmente sostenible. Que se lo pregunten a los habitantes de la isla caribeña. También se echó encima al sector ganadero cuando apuntó que se comía demasiada carne roja. El propio presidente del Gobierno lo desautorizó de manera indirecta cuando aseguró que para él era imbatible un buen chuletón al punto. Al punto en boca tendría que haberle dicho a Garzón. Pero no fue así y el ministro sigue con su incontinencia. El problema es que es miembro del Gobierno y sus palabras pueden tener una repercusión dañina para el bolsillo de miles de ganaderos que viven de esto. En España hay medio millón de personas dedicadas a este sector.

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