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A los periodistas a menudo nos toca ejercer de Pepito Grillo, ese personaje que le decía a Pinocho lo que no quería escuchar. Del mismo modo, los de mi gremio tenemos que contar lo que ocurre y advertir de lo que es previsible que suceda, ... guste o no. Con los temporales y las playas, como mi opinión es impopular se la adelanto ya y así, si no le gusta, no tiene que seguir leyendo, que hay muchas cosas que hacer hoy. Lo que observo, después de consultar a múltiples fuentes, es que debemos empezar a asumir que no todos los arenales –y las instalaciones que existan sobre ellos– se podrán salvar, sino sólo las que estén más a resguardo, con mayor anchura y distancia hasta las construcciones, y preparadas batimétricamente.
desde 1958, cuando arranca la recopilación de los datos estadísticos, la boya del Puerto sólo ha registrado cinco episodios tan virulentos como este. Pero, qué casualidad, para encontrar el precedente más grave no hay que irse muy lejos, sino al 20 de abril de 2017, según los registros de la Autoridad Portuaria de Málaga. Por tanto, hace sólo cinco años, que es como decir ayer, el oleaje ya destrozó muchas playas, algunas de manera recurrente. Por medio, el mar no ha estado en calma, también ha habido oleaje y daños, aunque de menos alcance.
Cuando se analizan las causas siempre aparecen muchos factores, como son la marea alta, el mar de fondo o el mar de viento, pero que el nivel del agua está subiendo es un hecho innegable, y cada vez llega más cerca de las construcciones situadas en el frente litoral... A veces peligrosamente cerca.
Ante esta circunstancia el clamor de los ayuntamientos y del sector turístico es que se hagan espigones de defensa. Es cierto que estos elementos son necesarios y útiles en muchos puntos, y que el Gobierno tarda siglos en dar las autorizaciones ambientales también lo es. Cuando los proyectos se aprueban, los trámites deberían ser infinitamente más ágiles porque de las playas depende buena parte de la economía de la provincia.
Pero las escolleras no son la panacea pues las olas llegan a ser tan altas y, lo que es peor, tan continuas que rebasan los muros, como hemos visto en este último episodio. Todavía hay algo peor: en muchos puntos de la Costa del Sol falta arena para reponer. Se están buscando bancos submarinos de donde extraerla, y no sería descabellado que la lleguemos a importar del Sáhara, pero no será fácil ni mucho menos barato.
Debemos empezar a asumir que no todas las playas de Málaga se podrán salvar.
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