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Los volcanes no entran en la minuta de sucedidos o efectos adjudicados al cambio climático. Hoy por hoy no. Así que Greta Thunberg, que irrumpe de nuevo, no nos ha reprochado la dramática erupción volcánica de la isla de La Palma, que tanto dolor y ... pérdidas materiales está causando. Ahora lo más importante es preservar la seguridad de los palmeros y arbitrar con urgencia las ayudas e indemnizaciones para que puedan rehacerse y reanudar sus vidas con rapidez y la mayor normalidad posible. Por una vez debiéramos vencer la terrible burocracia española, imponiendo lo justo sin demoras innecesarias ni trabas absurdas.
La fuerza de la naturaleza es invencible, en este caso la actividad de un volcán lo pone una vez más de manifiesto. Nada puede hacerse, sino esperar a que cese. La historia y la experiencia nos dicen que en un plazo de tiempo, hasta tres o cuatro meses, la erupción parará y el fuego se mitigará o apagará, pero nada hay seguro en ello. Ver como la lava quema las viviendas -con todo lo que significan-, seguidamente las tumba o demuele y luego las arrasa, es realmente sobrecogedor. Pero no sólo las casas, sino también los almacenes, naves y demás edificaciones, ya correspondan a explotaciones agrícolas o de otra índole. La lengua de lava -algunos la llaman delta-, que se ha adentrado en el mar y se endurece por momentos, creando una auténtica ampliación de la isla, es verdaderamente sorprendente y digna de seguimiento. Terreno ganado al mar de forma natural por un fenómeno geológico inexpugnable. Algunos de los expertos geólogos, que estos días dan a conocer su análisis y nos ayudan con sus descripciones y hasta prudentes pronósticos, no están seguros de que esa especie de inflamación territorial pueda ser permanente. Se dice que en esas aguas atlánticas hay mucha profundidad -a pocos kilómetros de la orilla hay hasta 4.000 metros-, por lo que puede que esa formación se hunda en mayor o menor medida o que se recorte por los bordes y finalmente sea mucho más pequeña que las dimensiones actuales, que no paran de aumentar. No se puede aventurar en qué quedará esa zona, hoy verdaderamente digna de observación y estudio y mucho más en el futuro. También se ha especulado con las partículas y los gases vertidos a la atmósfera, con su toxicidad; de hecho hay municipios prácticamente confinados y la recomendación de llevar mascarillas adecuadas y hasta gafas. A pesar de esta precaución, parece ser que las sustancias procedentes de la erupción, sobre todo las que emanan del contacto de la lava con el agua del mar, no son tan peligrosas, no obstante las prevenciones se mantienen con acierto.
Ante el poder irresistible de los fenómenos naturales de la Tierra nada cabe hacer, salvo rezar y protegerse en la medida que se pueda, no siempre con éxito. La ira geológica de fuego, azufre y ceniza, asola la isla de La Palma. El ser humano, siempre tan exagerado describiendo su influencia, es tan pequeño e insignificante como siempre se dijo. Queda esperar, otra cosa no sabemos.
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