Qué más da el mundo cuando Morante de la Puebla coge el capote y para los relojes, como yo viera con mi amigo Jaime, un ... día inopinado de agosto en la barrera de La Malagueta. Qué importa todo cuando el tiempo se detiene. Igual da que Alberto Garzón coma jamón a lo señorito, sin pan y relamiéndose hasta el alma, que me dijo un veterano del PCE de Málaga que los comunistas no tienen voto de pobreza. Fue primavera y fue Sevilla, y en su Feria anduvo Yolanda Díaz -color rojo 'soy tu menstruación' sobre el albero-, y se le vio esa cara de que le molestaban la calor, las moscas, las jacas jerezanas y las vomiteras de Tío Pepe en Dolby Surround de la clase obrera que también se dan, porque la vida no es sólo dialéctica, no: también vaciarse las túrdigas, de traje, en la esquina de las calles de El Gallo y Pepe Luis Vázquez. Un caballo se inmoló, porque hay caballos de pura raza y líricos.
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Son las minucias de la Feria, que es el Congreso de todos los congresos y donde uno vio al 'Ancien Régime' de la Junta como un coro rociero arrejuntado, Griñán en medio, y «mírala cara a cara», que fueron 40 años. Y ahora Juanma dice que el emplumamiento de Griñán le da pena; claro, porque la pena es libre y tal.
En Sevilla tuvo que ser y en Sevilla fue, sin mi Adriana de la mano. Aquella Roma triunfante en ánimo y nobleza, que dijo Cervantes en célebre estrambote. En Andalucía fue también lo que vimos de la izquierda del Sur, que es como la de toda España pero con vocación de hacer eterno el desconchón y una miseria que se inventan por justificarse eternamente. Y sí, nos da igual que esa coalición de la zurdería, desde ecologistas a nenes que no vieron a Anguita en vida, se haya quedado sin Podemos de momento en un logotipo de cuatricomía descafeinada. Se ponen exquisitos, y el escaño regional, ya, es motivo de zarabandas y puñales.
Y es que hay un mundo sombrío, que es el que no conoce a Morante de la Puebla y marea a la Junta Electoral con zapatiestas (léase que la inscripción de Podemos en la marca 'Por Andalucía' llegó tarde), y va ahí, coaligado en la corta marcha a la insignificancia.
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Me quedo con Morante de la Puebla en este mundo desalmado y fatuo. Ya yo sé que se hablarán de esas particularidades andaluzas, que no son tantas desde que a la mayor empresa patria (la Junta) le cambiaron mínimamente el logotipo y los despachos. Pero Morante, ay Morante, cuando coge un ruedo ordena el mundo. Y hablan por él Rafael de Paula, Triana y hasta Ronda, y con dos lexatines sale, José Antonio, ante la muerte y ante el respetable con no sé qué de héroe griego criado en Itálica.
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