Feria, turismo y Manolete

El real sigue ganando adeptos de día. Varios factores lo determinan: mayor comodidad para todos (desde el aparcamiento), la cada vez mejor oferta gastronómica y la generalización del aire acondicionado en muchas casetas, lo que no es poco con la que cae en agosto. Lógicamente, porque no hay cuerpo ni bolsillo que lo aguante, la feria del centro se ha resentido. Así es porque se ha querido, porque se ha dejado que vaya apagándose lentamente desde sus impresionantes comienzos, a finales de los años 80 con los comerciantes del centro como promotores, que permitió rescatar unos festejos que estaban (quién lo diría hoy) tocados del ala y no tenían ni apego ni éxito. Hoy es la mejor 'Feria del Sur de Europa', como la bautizara el recordado Pedro Aparicio, quien, por cierto, si levantara la cabeza y viese las declaraciones de algunos de sus correligionarios se horrorizaría, sin duda alguna.

El mantra de la oposición municipal en la feria de 2024 ha sido que el turismo tiene la culpa de todo, incluidos los precios desorbitados de algunas casetas. Sí, han leído bien, el turismo. Los populismos (ya no sé qué partidos encuadrar en ese término) no quieren ni al turismo ni a los turistas, pero no son capaces de decirlo abiertamente, y utilizan giros gramaticales y juegos léxicos rozando el absurdo. Decir que Málaga no es de los malagueños y decir que el turismo es lo peor de lo peor, sólo refleja ignorancia y sobre todo la falta de un discurso político serio y coherente que pueda hacerles aspirar a nuevas cotas en un futuro cercano. Porque a Manolete no lo mató un toro; fue un turista...