Exámenes presenciales

Puede que haya jóvenes (y no tan jóvenes) irresponsables que juegan con su salud y con la de los demás, pero no es justo centrar la atención en los fiestas ilegales sin reparar que la inmensa mayoría son tan disciplinados con las medidas como el resto de la población más allá de su natural vocación para las relaciones sociales (que si se modera, no debe causar problemas). Además, y en el caso de los que estudian en la universidad, todo está siendo experimentos, que como suele pasar, unos salen mejor que otros. Impartir clases 'on line' como única posibilidad en una universidad presencial es un martirio. Te pasas horas hablando a un ordenador con la esperanza de que los alumnos estén atentos, pero sin la deseable interacción que permite verles las caras para saber si se enteran o se aburren; para ellos tampoco debe ser grato estar en la universidad de esta forma tan fría e impersonal, respecto a sus compañeros y profesores.

Y cuando llega la evaluación todo se complica. Compaginar los exámenes 100% 'on line' con las debidas garantías de rigor para la erradicación de los fraudes es de una enorme complejidad, y al final el estudiante honesto que quiere hacer las cosas bien lo tiene más difícil que el caradura que copiará sin piedad. Predominan las preguntas rebuscadas y en tiempo muy corto, todo lo contrario para saber cómo el estudiante redacta en cantidad y calidad sus conocimientos, con la serenidad, el tiempo y la vigilancia que permita un clima de seguridad jurídica para todos. Por todo esto, espero que en este semestre podamos examinar de forma presencial con las debidas garantías sanitarias. Será mejor para todos.