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España es un patio de luces. Una jaula sin canario. El pascuero sin hojas que toma prozac. El intestino grueso de la casa. Oscuro y ... sucio. Los calzoncillos sobre una cuerda sin pinzas y con frenazo. Las ventanas observando a un Montoya que grita por la playa: ¡me has reventado por dentro!
El vídeo del sevillano con su camisa rota lleva cien millones de visualizaciones en todo el mundo. 'La isla de las tentaciones' nos retrata como sociedad. España es lo que pasa debajo de las sábanas de la democracia. Así puede entenderse que el juicio a Rubiales atraiga más la atención de los medios de comunicación que el acoso y derribo del Gobierno al edificio de la Justicia en España. O que el Fiscal General del Estado se haya convertido en un móvil a un rostro de cemento pegado. Un reloj de sol mal encarado. Si Quevedo levantara la cabeza.
Enero y febrero son como un solo mes largo. Una continuidad de días y noches varadas. Discursos encallados y canallas que nos hablan del nuevo impuesto mínimo interprofesional con dos vicepresidentas con exceso de histrionismo y parcas en palabras. La cuadratura del círculo: impongo la subida de los salarios a los empresarios y vacío los bolsillos de los trabajadores porque Hacienda somos todos. Populismo fiscal con el frío de testigo de cargo. Díaz y Montero, tanto cobran, cobran tanto. Los sindicatos a movilizarse contra la oposición y después al 'Rojo vivo'. Pero cuando creíamos que la semana se sentaba para estirar las piernas, el terrorista Mohamed Houli Chemlal acudió a la comisión sobre los atentados islamistas en Cataluña en agosto de 2017 en el Congreso de los Diputados, gracias a Pedro Sánchez y Carlos Puigdemont. Cayetana Álvarez de Toledo resumió perfectamente lo sucedido: «Han traído un terrorista al Congreso para llamar terrorista al Estado, un hito en la escalada de la degradación de la democracia». La comparecencia del terrorista muestra hasta qué extremo el PSOE y Junts desprecian la sede de la soberanía nacional y están dispuestos a liquidar las instituciones del Estado. Para nuestra desgracia, no acudieron las decenas de estudiantes y alborotadores de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid a afearles la traición de estos diputados a los valores democráticos, prefirieron hacerle un escrache a Iván Espinosa de los Monteros, que iba a participar en un acto organizado por la asociación universitaria 'Libertad Sin Ira' en el citado centro. La policía patriótica de Marlaska seguro que ya habrá detenido a los responsables de estos desórdenes públicos.
En la España de las tentaciones la culpa la tendrá Trump y sus aranceles o el discurso de Vance en Múnich. «Montoya, por favor. ¡Montoya, vuelve!».
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