España explicada a un crucerista
Intruso del Norte ·
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Intruso del Norte ·
La España que se encuentran al llegar a puerto es un pandemóniumAhora vas y le explicas a un crucerista lo que es la interinidad, lo que es el sanchismo. El crucerista igual viene de Génova o de Palermo, y ha visto pateras en el mar de todos, y le van diciendo los periódicos que España tiene un presidente que da asilo a los náufragos así, a ratos, conforme va viendo Iván Redondo que es tendencia. Porque ahora vas y le explicas a un jubilado british con calcetines y chanclas, a la orilla de una pinta calentorra en la Plaza del Carbón, que en España no hay Gobierno y que el Íbex, por eso de la evolución de las especies, va teniendo unas tragaderas que para qué.
Y hay que imaginar al crucerista, que ya ha visto una España que roza Tangentópolis y que sabe que esto de las elecciones viene ya siendo una costumbre huera: como persignarse frente al cementerio hermoso de Casabermeja o como lamer la cabeza de una sardina gorda.
España está, pensará el crucerista, como para atracar. Y sin embargo verá caballos, caballistas, edificios, semáforos amarillos y volverá a creer que sigue en Europa y que la ruta de navegación no lo ha dejado en Berbería. Pero leerá los periódicos, y entenderá qué invento más complejo es éste de carpetovetónicos bajitos que, viviendo en una tierra afortunada, se dedican a pasar el día con fueros y con chorradas de ésas.
Sí, sabemos que el crucerista atraca, que la España/Málaga que ve le desmonta lo que le han incubado, ese imaginario de tierras de bandoleros que roban con sólo poner el pie en tierra extraña. Y también verá la bandera de la UE entre gaviotas, y si es británico se le removerán las túrdigas; y si es comunitario de abolengo, se alegrará de que el invento de la UE tiene también sol.
España sin gobierno, nieva en el Tour y andamos en la preFeria. No conviene hacerse mala sangre aunque la democracia se nos va quedando en el imaginario como un trámite, como el que paga el peaje para Marbella.
El desgobierno en España se lleva mejor al Sur. Sin los calores meseteños. Un Marlaska en funciones es un mono con dos pistolas, y una Carmen Calvo en servicios mínimos ya se sabe lo que es. Pero lo grave es cómo ha quedado la izquierda. Cómo se ha visualizado que las luchas intestinas siempre van a castrar la justicia social. Es una losa histórica sobre la que conviene reflexionar, ahora que podemos y agosto calienta, y hay tiempo para lecturas y exámenes de conciencia. Más que rubor, la sensación que nos queda es de desazón. Aunque la noche sea tibia en el Macondo y hablemos de matrimonios y de futuro.
España se va revelando como un desastre desbocado, y lo peor es que la culpa es de mi generación y así he de llevar la cara como un poema. El 15 M fue necesario, pero visto a la distancia no ha servido para nada. Quizá por la incapacidad del español para canalizar la Justicia y la Rabia en un proyecto político.
Ahora mismo nos salva Europa. Y aun así hay que guardar precauciones.
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