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En algún momento aspiró a matar al padre, como recomendaba Freud, pero el efecto que ha tenido el proyecto de Íñigo Errejón sobre Unidas Podemos apenas alcanza el rasguño. Los de Pablo Iglesias sangran por otras heridas. El puñal de Más País, partido que nace maniatado, con uno de los márgenes de maniobra más limitados del Congreso, ha terminado siendo de juguete. Su representación, con tres diputados, está lejos de servir como llave para el desbloqueo, objetivo inicial de la formación que también apoyó Manuela Carmena. Es cierto que Errejón cae mejor que Iglesias, mérito que tampoco resulta inusual, pero las urnas han demostrado que carece de carisma y experiencia para triunfar con una iniciativa política tan personalista, con su rostro impreso hasta en las papeletas.
Pero habrá tiempo en los próximos días para una última carambola. La invitación de Pedro Sánchez a formar «un gobierno progresista» podría incluir a Más País, que antes deberá limar asperezas con Unidas Podemos, del que no ha sido mucho más que un 'spin-off'. Una hipotética entrada en la coalición liderada por el PSOE amortiguaría el golpe de Errejón, que siempre ha mostrado sintonía con los socialistas y no escondió su preferencia por apoyar la investidura del presidente en funciones este verano. Ahora podrían recompensarle con un ministerio que endulzaría el mal sabor de boca dejado por la noche electoral.
El tropiezo tiene otra lectura: las prisas no suelen ser compañeras recomendables de viaje. Aunque el destino lleve por nombre Consejo de Ministros.
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