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Tras tantas advertencias vanas e infundadas de mapas meteorológicos en rojo, este recién finalizado verano, llegó a la Comunidad Valenciana, la de Castilla la Mancha, Murcia y parte de Andalucía, un gravísimo episodio -éste sí- de gota fría o dana, que se ha cebado especialmente ... en la provincia valenciana. Los inmensos daños materiales y complicadas consecuencias no son nada junto a un número creciente de varios centenares de fallecidos y una cantidad aún indeterminada de desaparecidos. La gravedad de este caso tiene precedentes, pero allá por 1957, ya es historia, y determinó el acometimiento de muy importantes obras hidráulicas, como el desvío del cauce del Turia a su paso por la capital, que han probado su eficacia. La capacidad de respuesta de un estado como España no ha sido todo lo raudo e inmediato que se precisaba. No, no era fácil saber identificar el grado de profundidad y el estado de necesidad al que las autoridades institucionales han tenido que enfrentarse. Es, por tanto, muy comprensible el enfado de tantos que se han sentido abandonados en esta situación realmente de terror y muerte.
Siendo la vida el don más preciado, los planes de emergencia y la toma de medidas para minimizar las consecuencias de un desastre de estas proporciones, tienen como objetivo principal salvar estas vidas, evitar la muerte. Es evidente que las regiones afectadas y España entera están sobrecogidas por tanto dolor y, si una sola víctima es mucho, la suma de fallecidas nos ha puesto ante una tragedia inesperada de un tamaño inasumible. Es profundamente duro y desagradable, pero no se puede omitir la realidad de ciertos titubeos a la hora de responder ante la terrible amenaza que suponían los más de 500 litros por cada metro cuadrado. Oído el discurso institucional del presidente del Gobierno, cabe decir que, salvo alguna frase más que interpretable, no ha tenido excesos, pero surge un inevitable reproche, el uso del verbo ayudar no es adecuado ni correcto. «... Este gobierno está listo para ayudar». El papel del estado no es el de ayudar a la comunidad autónoma, España no es una nación vecina de la Comunidad Valenciana y «ayuda». El «nosotros vamos a ayudar» -otra frase así dicha- es una afirmación que no hay por dónde cogerla. «Nosotros», ¿quiénes? El Gobierno no ayuda, España es sus comunidades autónomas, por eso directamente ha de asumir su responsabilidad, cumplir con su obligación y acometer las acciones que corresponden de inmediato.
A partir de ahora, nada que pase podrá consolar -consolarnos- por la pérdida de padres, madres, hijos, abuelos y amigos, pero analizar los hechos ha de obligarnos a tomar decisiones importantes y valientes. Todo lo necesario para proteger, al menos, el futuro. DEP.
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