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Tras agitar la verdad, las promesas, los relatos reinterpretados y el miedo, hoy se vota en Andalucía. En tanto, en la Comunitat Valenciana, ya es oficial, Mónica Oltra, pese a los códigos que a otros exigió, no va a dimitir, «es una postura ética, estética ... y política, no personal». Afirmando que esto se debe a una cacería de la «extrema dreta», ya saben...
Las porras o apuestas son muy numerosas. Gana el PP, se daba por descontado. En lo numérico, los hay que cuidadosamente vislumbraron un crecimiento del PP acorde con la épica irrupción de otra fuerza -más querer que creer-, desde 44-46 escaños, a los más, que se atrevieron con la mayoría absoluta o casi. En el PSOE dicen que hay alguna corriente que prepara sus quejas y reproches internos, para el resultado inferior al obtenido con Susana Díaz de candidata hace algo más de tres años. Ciudadanos respira hondo mientras espera si las previsiones y encuestas se equivocan y obtiene algo más de 5 o 6 escaños, en cualquier caso en la formación naranja se quiere continuar siendo cruciales para gobernar. Vox dicen que apostó fuerte enviando a su estrella en el Congreso, no se elaboró programa y no se han prodigado mucho ni su candidata ni el resto, salvo en las redes sociales, ahí a tope; las predicciones divididas. Las otras dos fuerzas de la izquierda, que decidieron separar caminos, luchan contra los malos pronósticos, Inmaculada Nieto contra los pocos votos y escaños y Teresa Rodríguez contra la idea de ser derrotada por la fuerza cercana, aunque ajena. Sólo los muy identificados se han aventurado en apostar en este caso.
Como es acostumbrado, a las 14.00 horas hay datos de participación, cada cual hace con ellos su particular interpretación. A esa hora, auténticas o falsas, las denominadas israelitas mueven datos aspirantes a definitivos, en lo últimos años no han acertado. A las 18.00 horas se actualiza el porcentaje de participación, después nada. Luego, a partir de las 20.00 horas, las encuestas a pie de urna suelen dar proyecciones cercanas, a veces hasta certeras, aunque nunca exactas. Si todo transcurre con normalidad -algo más que esperable-, alrededor de las 22.00 horas es momento de tener una idea casi fotográfica del resultado final. Ahí ya se puede especular con decisiones y movimientos más o menos inmediatos de las fuerzas políticas con argumentos a tener en cuenta.
Ya saben, será interesante, todo y todos lo serán. Los que se aferren a la victoria, los que no la consideren tal, los que anuncien a bombo y platillo lo que no es posible, los que justifican cualquier situación o resultado y, menos previsiblemente, algún dirigente o candidato que asuma en primera persona el mal resultado obtenido. Para los analistas el día será lánguido, pero la noche intensa y caliente. Pero miren, ¿son ya las diez de la noche?... Esto se sabía, no se extrañen, no se emocionen más de lo normal, se venía gestando y estaba cantado. Pregunten, la mayoría les dirá: «Yo ya lo dije». ¿A qué viene tanto aspaviento?...
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