Incendios a doquier y temperaturas despendoladas, generan miedos, ruina y en algunos casos la muerte. Según el informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, las actividades humanas son las responsables de un aumento de las temperaturas globales de aproximadamente 1 ºC ... sobre el nivel preindustrial, y para 2030-50, al ritmo actual, el aumento será 1,5 ºC (en España, el aumento de la temperatura es superior a la media en casi 0,5 ºC). Revertir este seguro camino al abismo es posible, pero hacen falta políticas públicas e inversiones bien orientadas en esta década, y que se involucre en la lucha contra el cambio climático todo quisque (sector público, privado y el resto de la sociedad). Como siempre, los males se reparten, pero los más vulnerables lo pasan peor, y basta leer las terribles noticias de estos días sobre golpes de calor que matan a trabajadores expuestos a temperaturas insufribles (hay empleadores que olvidan que el calor extremo es un riesgo a tener presente). Quien piense que esto no va con él, se equivoca. La ONU estima que las malas condiciones ambientales pueden ocasionar un 25% de las enfermedades y mortalidad mundiales, y el Banco Mundial achaca a la contaminación atmosférica más de 7 millones de muertes prematuras cada año, calculando unos costes directos para la salud de 4.000 millones de dólares para 2030, considerando además que «el cambio climático podría empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza para 2030 y que los desastres naturales extremos provocan pérdidas de 520.000 millones de dólares anuales, Dejar este mundo para nuestros descendientes en unas condiciones mínimamente habitables está en nuestras manos, si asumimos que la protección del medioambiente no puede ser la guinda del pastel del bienestar, de que la que, si sale cara, se puede prescindir. Debemos reciclar los residuos de forma sistemática, moderar el uso del agua y aprovechar mejor la electricidad y los hidrocarburos, evitando luces encendidas de forma innecesaria, las duchas eternas, ese radiador y aire acondicionado a tope o cultivando el transporte público frente al uso del vehículo privado para ir a la vuelta de la esquina. Y más allá de compromisos morales, hay que cumplir con las leyes que pretenden proteger el medio ambiente, que son muchas y necesarias. La humanidad se ha dotado de un importante marco normativo, en el que destacan la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (Nueva York, 1992), el Acuerdo de París (2015) y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (2015); respecto a nuestro entorno, existe una amplia normativa de la UE en materia medioambiental, rematada en España con la reciente Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética, sin olvidar la que defiende el Patrimonio Natural y de la Biodiversidad y la que exige una evaluación ambiental de los planes y programas para una adecuada prevención de los impactos ambientales que se puedan generar. Recordando el 'Socialismo o Barbarie' de Rosa Luxemburg, hay que afirmar con rotundidad: Ecologismo o barbarie: no hay tercera vía.

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