Secciones
Servicios
Destacamos
Sábado, 29 de marzo 2025, 01:00
El vuelco radical que ha dado el caso de Dani Alves con su absolución después de ser condenado por agresión sexual ha provocado una convulsión ... social. La severa corrección que ha introducido el Tribunal Superior de Cataluña a la sentencia dictada hace un año por la Audiencia de Barcelona refleja que en la balanza de la justicia ha pesado más ahora la falta de pruebas concluyentes contra el exfutbolista que la acusación de la mujer, por mucha fuerza que tuviera su denuncia en mitad del escándalo. Y eso es lo que llama la atención del proceso, en el que Alves fue castigado a cuatro años y medio de prisión por violar presuntamente a una joven en los reservados de una discoteca el 30 de diciembre de 2022: que el mismo testimonio que sirvió para encarcelarle valga ahora para su exculpación al considerar los magistrados que la declaración de la víctima es «inconsistente».
El fallo, decretado por unanimidad de sus cuatro jueces -tres mujeres y un hombre-, coloca en primera línea del debate dos instrumentos en la lucha contra la violencia machista: la denuncia, pilar para las víctimas, y la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, conocida como la ley de 'solo sí es sí', que considera cualquier acto sexual sin consentimiento como un delito de agresión. Como el beso de Rubiales a Jenny Hermoso, «encuadrable dentro de las de menor intensidad». En el 'caso Alves', la diferencia es que «la penetración vaginal inconsentida» denunciada por la mujer se produjo supuestamente en las sombras del baño de una discoteca, en unos hechos que solo conocen con certeza él y ella. Eso viene a decir la controvertida resolución, que resta fiabilidad a la testigo. Todo lo contrario a la reciente condena de 13 años de prisión al exentrenador de baloncesto femenino de Gernika por agresión sexual continuada a una menor. En este proceso, el juez dio plena credibilidad a la víctima sobre unas vejaciones cometidas 23 años antes.
El feminismo al que ha dado voz contra la sentencia la exministra de Igualdad Irene Montero puede ver en la absolución de Alves la mano del «patriarcado judicial». Pero el hecho de que afloren discrepancias tan profundas entre tribunales revela la importancia del peso de la prueba. Diferencias que pueden condicionar el sentido de una sentencia y dañar la confianza en la justicia. Y el honor de los implicados en el juicio, sea la denunciante al pasar de víctima a «testigo poco fiable» o el acusado, que se plantea reclamar una indemnización tras purgar un año en la cárcel.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.