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La lluvia precedió al llanto. Angustia de cielo, mundo y hora. Noche del alma para siempre cerrada. Gritos que el viento no pudo silenciar. Valencia ... sangrando por el puñal de lluvia de una dana.
Paiporta, Torrent, Chiva, Cheste, Alfafar, Benetússer, Benifayó, Alcudia, Valencia, España. Geografía del diluvio y la desesperación. Víctimas de la furia de la daga de agua, fango, cañas y piedra que la lluvia desató cuando las alarmas llegaron tarde al cauce de la rambla del Poyo. Tres mujeres velan en la calle el cadáver de su padre que no pudo subirse a la uralita de la terraza. Un hijo busca desesperadamente a su madre que fue sorprendida por la riada. Guardias civiles, militares y bomberos sacan a las víctimas de un garaje. La policía detiene a unos desalmados que no dudan en robar con la oscuridad y el caos como cómplices. Una mujer da a luz con el barro de testigo. Un matrimonio se ahoga en su casa mientras sus vecinos no pueden hacer nada por ellos. Retrato del horror y el error. De la falta de previsión y la incapacidad. Cientos de víctimas, miles de afectados. Escenario de desolación y desesperanza.
En la mesa del Congreso tras los efectos devastadores de la dana se escuchó: «Los diputados no estamos para achicar agua». Algunos incluso justificaron su apoyo a no suspender el pasado pleno del miércoles para nombrar los consejeros de RTVE porque «los diputados no vamos a hacer labores de rescate». Su desprecio a las víctimas estuvo a la altura de su ruindad. La mayoría de los miembros de la cámara son políticos sin experiencia en la gestión de la realidad. Ocupan su tiempo en su propia supervivencia a través de un vergonzante juego de tronos. Su interés es el de polarizar a nuestra sociedad para sostener su discurso de división entre dos supuestas Españas ideológicamente irreconciliables. Todo amplificado por unos medios de comunicación apesebrados.
Frente a la indignidad y la incompetencia política, una marea solidaria de ciudadanos que se reconoce en cada una de las víctimas. Hombres y mujeres agolpándose desde la madrugada en la Ciudad de las Artes y las Ciencias para subir a un autobús para dirigirse a las zonas más afectadas. Todos ataviados con palas, cepillos, baldes y plenos de humanidad. Con el alma partida, se centran en la ayuda. Hay esperanza en el lodazal, nos gritan. Voluntarios generosos de la España que no pregunta por el carné del partido a nadie. Es verdad, hoy comprobamos que hay dos Españas: la de los políticos y la de los ciudadanos.
Rezo llorando, perseguido por una pena de acero. Espesura de llanto, oscuro gemir de noche. España se lo merece.
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