Por ahora

Doce días de enero

Domingo, 12 de enero 2025, 01:00

La política es como la mar picada, en la que cada gota cuenta. Dicen que nació tierra adentro, que nunca había visto más agua que la del Canal de Isabel II, pero una vez llegado a puerto, le ocurrió como a los conquistadores extremeños, que ... se adaptaron sin alternativa, y él lo hizo de entrada. Lo más difícil de sufrir, los temporales, los movimientos del barco arriba y abajo, el agua salada que te empapa y enfría el rostro hasta la más dura sensación. Gobernar la nave es más que un arte, en ello se tarda un poco más -mucho más, hay hasta que estudiar-, eso sí, es relativamente fácil obedecer y acabar por saber qué es el trinquete y cuál el palo mayor, pero navegar por causa del viento y mandar en el timón no son cosa de cualquiera. El que no sabe o no sirve zozobra más pronto que tarde. Por eso nunca se debe suplantar al capitán, puedes simular el uniforme y hasta los ademanes, pero no se puede plagiar la capacidad, el conocimiento ni la habilidad. Mucho menos la hoja de ruta, si no hay o se cambia sobre la marcha, ya sea por conveniencia o por pura incompetencia, todos lo sabrán y el naufragio será. Pero aún será más intolerable arriar la bandera e izar cualquier trapo, el motín será imparable.

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En la vida conocer el lenguaje y no perderse por la calle no te hace un líder suficiente. Algunos deberían saberlo, la falta de argumentos y vocación de servicio no se compensa nunca por el exceso de ambición, por mucho y muy bien que se sepa fingir. Con los episodios gubernamentales de todo orden, los indultos, el escándalo de la amnistía, el entreguismo a los intereses de Marruecos en el Sáhara, los pactos antinatura, el cupo catalán, los casos de corrupción del entorno familiar y político de confianza de Sánchez y una minuta inacabable... Es fácil deducir que la presidencia del Gobierno de España no necesita a Sánchez y no es justificable su permanencia en absoluto, por mucho que se constate que Pedro Sánchez necesita la Moncloa para vivir y soportarse a sí mismo.

Los últimos movimientos, apenas en una decena de días del nuevo año, arrojan un saldo de celebración de la muerte de Franco, la búsqueda y recuperación arqueológica de los bandos de la Guerra Civil, la inmensa y variopinta subida de impuestos -el mayor esfuerzo fiscal de la UE-, y la anunciada ley-chapuza inconstitucional y retroactiva contra la democracia y la justicia para exculpar a sus presuntos corruptos como sea, hacen estos tiempos únicos e indeseables. Salir de ésta ya no es una opción.

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