Dietarillo otoñal
INTRUSO DEL NORTE ·
Las lágrimas por un volcán no salen de donde las lágrimas por un incendio provocadoSecciones
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INTRUSO DEL NORTE ·
Las lágrimas por un volcán no salen de donde las lágrimas por un incendio provocadoEl volcán. En el fondo es Pachamama la que manda, y Neptuno, y los vientos y el fuego del Infierno. Cuando todo es inevitable, las ... lágrimas son otras, distintas. Muy distintas a las de Sierra Bermeja, que allí no se abrió la Tierra, sino la maldad. Los canarios son un pueblo tan bravo como tranquilo, y uno que se solidariza imaginando que en mitad de las tres tetas del Monte San Antón se abriera una lengua de fuego, que bajara en forma de lava por el Jaboneros, y que la estuviésemos viendo, digamos que desde un puesto de mando en el campo de La Mosca. Por Google todo se sabe, por eso en lugar de tanto Túnez, malagueños; en lugar de tanto Bali, malagueños: Canarias. Sublimación andaluza.
Marlaska. Ha estado Grande-Marlaska en Málaga y aún sigue ahí el hombre, sin contrición ni propósito de la enmienda. Qué más da que haya hecho de Interior una canonjía, que remueva la verdad y la retuerza a beneficio de inventario. Cuando, en presencia de medio mundo, hasta de Marcos Ondarra, me pegaron en el Orgullo pre Covid, él dijo que no hubo violencia. Pero claro, su verdad contra la mía. Aunque existe una cosa que se llama Periodismo. Y memoria. A Marlaska le quedan dos telediarios, pero Sánchez nunca olvida a los buenos servidores
Insomnio. Es otra pandemia. Amanece, da la luz. No se despierta uno bien. Enciende el teléfono y todo son volcanes, catástrofes y tragedias varias. Hay que apagar el teléfono antes de meterse en el sobre; si no, uno corre el riesgo de que la actualidad se nos meta en las meninges y nos reviente el sueño.
Arrabal. Arrabal es el genio con el que guardo una correspondencia rara, patafísica, poética y hasta militar. La cosa es que me manda correos en los que me habla de golf, de golf, insisto, o de algún aspecto de la más rabiosa actualidad. Yo no sé qué contestarle a alguien que delante del Platanito (o un imitador) juro -y perjuró- haberse jugado la existencia de Dios al flipper (la máquina tragaperras). No quise saber en qué acabó la cosa, porque Arrabal empezó la comida con el postre y acabó con los entrantes. Pero mola que Arrabal siga ahí, con sus cosas arrabalaicas que no sé si dan para videojuego o performance en la antigua Tabacalera.
Libro. Debería estar en la caseta 206 para firmar el capítulo del libro que compilaron Juan Diego Martínez Manjarrés y Ricardo López. Yo hablo de columnismo y psicología, que son dos ciencias que me conozco como Manolo Alcántara se conocía a Quevedo. Andamos buscando sitio para presentar el libro en Málaga y a ti, querido lector, te pregunto si hay sitio en la Ciudad del Paraíso.
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