La Tribuna

18 de diciembre, día de las migraciones

Luis Pernía Ibáñez

Plataforma de solidaridad con los inmigrantes de Málaga

Lunes, 18 de diciembre 2023, 01:00

Si el mar hablara nos traería la última película de Dudoso Diop, joven cineasta senegalés, que murió este pasado julio, en un cayuco rumbo a las Islas Canarias cuando rodaba el viaje, junto a otros 13 jóvenes. Quería documentar qué supone para un emigrante tomar ... la decisión de jugarse la vida en una pequeña barca de madera para alcanzar una vida mejor, digna de ser vivida. Fue su último viaje. Su última película.

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Si el mar hablara nos invitaría a mirar a la otra orilla, más lejana, donde estamos viendo en estos días con horror el despiadado ataque masivo al pueblo palestino por parte de un Estado de Israel que no tiene contemplación en asesinar sin discriminación a hombres, mujeres y niños civiles en Gaza, la mayor cárcel del mundo a cielo abierto. Sin embargo, este hecho, que tiene a gran parte de la sociedad española sin entender cómo la comunidad internacional mira para otro lado, está haciendo que no se hable de la crisis migratoria que en las últimas semanas estamos sufriendo en las costas españolas, sobre todo, la de las Islas Canarias. La llamada ruta canaria.

Sin embargo, si el mar hablara nos traería la noticia de que más de 8.500 personas han llegado a las islas la primera quincena de octubre. Nunca se habían contabilizado tantas llegadas en una quincena desde que hay registros. 2023 es ya el segundo año con más llegadas con 14.277 migrantes en 252 cayucos. Más de 3.800 menores están acogidos en Canarias. El 6 de octubre, en particular, fue una jornada sin precedentes desde 2020, con más de un millar de personas llegadas en su mayoría a El Hierro, la isla canaria más pequeña y occidental del archipiélago. Antes, los cayucos llegaban a El Hierro por error. Ya no. Se la juegan al todo o nada. Un dato más. Este octubre ha sido también noticia la llegada de la primera patera del año a La Graciosa, con dos personas a bordo. Una de las grandes diferencias respecto a la crisis de los cayucos, en 2006, es el punto de partida. Los organizadores utilizaban las costas de Marruecos para embarcar a los migrantes hacia Canarias. Con el control actual de esa frontera, las zonas para embarcar se han desplazado hacia el sur, que se une a la inestabilidad sociopolítica de Senegal. Muchas de las instalaciones están desbordadas, pero no de ahora, sino de manera crónica. Las organizaciones proinmigrantes llevan mucho tiempo solicitando más solidaridad del resto del territorio español para hacer frente a la acogida de los migrantes que llegan cada día. Más de 30.400 personas en 2023.

El mayor control policial dentro y fuera de nuestras fronteras no soluciona el problema. Las vías seguras y ordenadas para facilitar la migración regular son escasas, o mejor no existen. Progresivamente se ha dado una creciente militarización y externalización de las fronteras en Estados con graves carencias en los sistemas de protección de los derechos humanos. Además, al centrar la mayor parte del presupuesto en la contención militar, no se desarrolla suficiente infraestructura para la acogida digna de las personas migrantes y refugiadas.

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Si el mar hablara nos diría que el mundo, tal y como lo conocemos, se ha construido gracias a las migraciones. La migración es un fenómeno complejo; impulsado en gran medida por las desigualdades del mundo en el que vivimos y el instinto humano de sobrevivir y buscar seguridad y oportunidades. Y bloquear las llegadas no sólo contrasta con nuestras obligaciones legales y morales hacia los refugiados, sino que también ha resultado en gran medida inútil. España, sin ir más lejos, pero también Europa en su conjunto, tendrá que acoger obligatoriamente a miles de migrantes en las próximas décadas para seguir desarrollándose en este mundo globalizado. El envejecimiento de la sociedad europea se acelera.

¿Qué significa esto? Pues que si no los acoge se pondrá patas arriba el mercado laboral, descenderán las tasas de crecimiento y productividad y decaerá la competitividad. Una menor mano de obra reducirá la solvencia de las arcas del Estado. Al mismo tiempo, aumentará la presión sobre los presupuestos públicos destinados a sanidad y pensiones, por ejemplo.

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Hace pocos días, un informe sobre cambio demográfico de la Comisión Europea alertaba de que la sociedad europea envejece rápidamente y la migración se valora como una de las respuestas para mitigar el problema. El informe asegura que, a partir de 2026, la población comenzará a invertir la pirámide y terminará por ser un 60% de población dependiente y un 40% de población activa a finales de siglo. El Gobierno reconoce la falta de mano de obra por las tensiones demográficas. Así lo señala en su Plan Presupuestario, que envió recientemente a Bruselas, donde afirma que se está reduciendo la población en edad de trabajar en proporción a la población total debido al envejecimiento y admite que hay un problema de vacantes pese a la posición en contra que ha estado exhibiendo hasta ahora el Ministerio de Trabajo, que negaba esta situación. El Ejecutivo destaca que una vía para minimizar este problema son los flujos migratorios. Es más, precisamente esta llegada de inmigrantes es la que está haciendo crecer el número de habitantes en España y además está cubriendo puestos con una mayor diversificación que antes de 2008, cuando se concentraban sobre todo en la construcción.

Si el mar hablara entenderíamos que la inmigración no es un problema, sino una oportunidad.

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