Secciones
Servicios
Destacamos
Desde los años 30 hasta la década de los 50 fueron malos años para nacer en España, destrozada por una guerra cruel y atenazada por una dictadura que hereda esa crueldad como seña de identidad. Años para la inmensa mayoría de hambre, miedo y escasez, trabajando de sol a sol para malvivir. Décadas en las que las familias trabajadoras celebraban como triunfos ese piso adquirido con muchísimo esfuerzo y dedicaban lo poco que tenían a que sus hijos disfrutaran de una vida mejor que la de ellos. El recibo del colegio era lo primero que se pagaba, la ropa de los niños siempre tenía prioridad y se asumía como natural trabajar como mulas para que los hijos hicieran el bachiller y encontraran un buen trabajo. Y si alguno de su misma sangre llegaba a la universidad, el pecho no les cabía en la camisa cuando lo contaban mientras comían un bocata barato o en un respiro lavando y cocinando entre cuatro paredes. Ahora esos valientes tendrán desde 70 años hasta los que el cuerpo aguante. A unos les gusta el dominó, a otros leer, el cine, pasear, hablar, viajar, vivir en definitiva. Y sentir que a los que cuidaron para hacerlos hombres y mujeres del presente tienen ahora un pensamiento, una llamada, un gesto, un recuerdo, con ellos y para ellos. La inmensa mayoría son o quieren ser activos, y si su salud se lo permite, se apuntan a un 'bombardeo'. Les causa indignación la cortedad de sus pensiones, pero no dudan en dedicarlas a ayudar a los suyos si hace falta. Asumen con naturalidad que el futuro es de los que vienen detrás, pero no comprenden por qué se les relega y arrincona en un presente que han construido con su esfuerzo.
El virus que nos atormenta la vida, además, mata. Y esa guadaña se está cebando con estas generaciones, ya que casi el 90 por ciento de las casi 28.000 vidas que ha recolectado nacieron en esos años. Si es natural que una vida joven truncada nos angustie porque le han robado el futuro, este ensañamiento inesperado de la parca con nuestros mayores en residencias y hogares es también escalofriante. El virus nos ha robado, sin despedida ni duelo, a una parte de los que construyeron este país: el mejor homenaje ahora para ellos es la responsabilidad, cuidando nuestra salud y la de los demás para dejar un futuro a los que seguirán en esa tarea.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.