EDITORIALES

Desencuentro empobrecedor

Es necesario que el Gobierno y las empresas mejoren su relación antes de que acabe la legislatura por el bien del interés común

Domingo, 16 de abril 2023, 02:00

Las relaciones entre el Gobierno Sánchez y los empresarios se han deteriorado a medida que la pandemia quedaba atrás. Los efectos económicos y sociales de la guerra de Putin han agudizado el desencuentro. La sintonía durante la vigencia de los ERTE pareció difuminarse tras la ... aprobación de la reforma laboral con apoyo de la CEOE en febrero de 2022. La imputación de la inflación a los beneficios crecientes de las compañías -con el señalamiento de Mercadona y de su principal accionista- y la aplicación de un nuevo gravamen temporal a las entidades bancarias y a las eléctricas incrementaron la distancia. Finalmente, el propósito de Ferrovial de trasladar su sede a Países Bajos acabó de enconar la situación. La Constitución y las bases legales de la UE sitúan a nuestro país en el ámbito de la libertad de empresa, al tiempo que el Estado social se fundamenta en el diálogo entre las partes. Al Ejecutivo corresponde orientar, junto al resto de las administraciones y bajo mandato parlamentario, la recaudación y el empleo de los fondos públicos. Pero su intervención no puede eludir el ordenamiento jurídico ni conviene que tensione el mercado.

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España ofrece la seguridad jurídica precisa y homologable a los países de nuestro entorno, como afirmó Rafael del Pino ante la junta de Ferrovial. Un marco de garantías que contempla también la eventualidad de que empresas y empresarios recurran a los tribunales ante medidas tributarias u otras que consideren irregulares y lesivas para sus intereses. Pero hay otra dimensión, la del relato, que el autodenominado Gobierno de progreso debería administrar con mayor cuidado. El sistema capitalista y la sociedad abierta dan lugar a contradicciones y conflictos. Es el entorno que nos hemos dado, siempre perfectible pero sin que exista otro alternativo que no vaya asociado a mucha menor libertad y mucha más pobreza. La evocación continua de la lucha de clases desde el poder político constituye un sinsentido populista. No es bueno que los miembros del Consejo de Ministros alternen e incluso simultaneen su papel institucional con la portavocía de una determinada ideología, sacando a empresas y empresarios del círculo pretendidamente exclusivo del interés común. Un Gobierno no puede conceder ni quitar representatividad a las organizaciones llamadas al diálogo social porque eso sometería su existencia a la alternancia política. Es necesario que el Ejecutivo y las empresas mejoren su relación antes de que acabe la legislatura.

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