Desconfinado de lo suyo
INTRUSO DEL NORTE ·
El teatro humano, en general, se le ha mostrado grato, respetuoso de las normativasSecciones
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INTRUSO DEL NORTE ·
El teatro humano, en general, se le ha mostrado grato, respetuoso de las normativasHa corrido cuando el atardecielo. Se ha cruzado con gatos temerosos de Dios, con jabalíes escondidos, con prostáticos bendecidos por el sol y hasta con otras criaturas que aguantan el Armaggedón. Ha cruzado la larguísima carretera a Barcelona y con el ocaso ha empezado a trotar. Ha notado la humedad en la primera bocanada, el olor perdido del salobre, un bofetón de verano. La heladería cerrada ha venido a confirmarle la rareza de los tiempos, aunque en su barriada eso de la distancia social siempre se ha llevado a rajatabla, arriba y abajo, la playa y las curvas, el chamizo y los jazmines.
Su carrera, que era lo normal, ha tenido algo de sacrificio y de metáfora, que ya nos dijo Ezra Pound que la metáfora de una cosa era la cosa misma.
Los cincuenta días, los acojones, los conocimientos de epidemiología... todo eso se le ha ido a otro compartimento del alma cuando ha dejado de ver pelusillas y musarañas y ha recordado el color del sol en el crepúsculo -disculpadle la curilsería-. También ha recordado músculos que desconocía. El poyete donde se ha puesto a canallear a corredoras tenía verdinas de cincuentena. Ha sonreído a nadie, y nadie le ha devuelto la sonrisa.
Y sí, el retrogusto de sudor y mascarilla a veces le ha dado espasmos de vómito. En una hora y pico ha recordado los estudios de Biología y ha establecido todo tipo de teorías sobre la resistencia vírica al aire, sobre el contagio por poros o por esporas... al rato el tobillo, oxidado, le ha hecho un raro y ha frenado el trotecillo acelerado. Se ha apretado la zapatilla y ha visto una BMX y un teñido descamisado que le ha llamado «primo» y le ha brindado en el aire con una yonkilata de cerveza calentona, barata y robada de no sé dónde.
Ha visto que la ciudad es un mundo, que hay leggins que quedan fetén a los 60 y otros que quedan fatal a los 20. El teatro humano, en general, se le ha mostrado grato, respetuoso de las normativas. Aliviándose del confinamiento. También la ha visto correr, o ha creído verla, con ese sudor de terciopelo y el bronceado pálido del confinamiento.
De vuelta al hogar quizá se haya comido un barómetro de muertos, un meme de Sánchez. Ha visto que Simón, su compadre, tosía por una almendra. Se le ha mezclado el sudor con las lágrimas por ese sucedáneo de libertad robada. Ha comprendido que maduró una década antes de la epidemia y que eso no le ha servido de nada. Duchado, ha vuelto a la perversa normalidad de la ministra que racanea consonantes y pagas, ha visto que el diario de Margarito ha crecido como un océano de lo íntimo. Chapu Apaolaza le ha mandado una foto recién nacida y ha comprendido que también hay que aprender a vivir.
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