![El desafío andaluz](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202205/01/media/cortadas/web_carta-kJ1E-U1601849080428YeH-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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Las elecciones nunca llegan en buen momento para casi nadie, sobre todo porque durante demasiadas semanas paralizan la acción política, centrada en exclusiva en la estrategia partidista, y ralentiza hasta la desesperación la administración pública. Todo queda pendiente, a la espera de la decisión de ... los ciudadanos en las urnas. El próximo 19 de junio los andaluces estamos llamados a designar al nuevo Gobierno de la Junta, en un momento estratégico para el futuro de la comunidad andaluza, cansada del marchamo y el prejuicio histórico de región pobre y subsidiada y con la aspiración de afianzarse como una comunidad próspera y dispuesta a disputar el liderazgo innovador y económico.
Quizá contagiado por el efecto Málaga, tengo la sensación de que Andalucía también es otra y se abre a España y al mundo como una sociedad dispuesta a liderar los nuevos tiempos y a salir de la cola de numerosas estadísticas. Es verdad que se arrastran problemas estructurales, como el desempleo, pero también se ha podido comprobar la capacidad de superar esos obstáculos, como ha ocurrido con la reducción en un 4,1 por ciento de la tasa de fracaso escolar –uno de los legados de Javier Imbroda–, alcanzando así la mejor cifra desde que se contabilizan los datos (2002).
Por ello, aunque todas son importantes, estas elecciones autonómicas tienen una trascendencia especial, ya que deben aportar estabilidad en un momento estratégico para la comunidad. Sería un desastre que la aritmética, la falta de acuerdos o los intereses partidistas sometieran a Andalucía a un periodo de inestabilidad. Y parece evidente que hay sólo dos opciones, lideradas por Juanma Moreno Bonilla (PP) y por Juan Espadas (PSOE). En ambos casos suena imposible una mayoría absoluta, por lo que estarían abocados a gobiernos en minoría o a pactos con otras fuerzas políticas.
Juanma Moreno aspira a gobernar en solitario y por ello tiene el objetivo de conseguir un número de escaños superior al de todas las fuerzas de izquierdas. Ello le legitimaría para intentar formar un gobierno sin Vox. Sin embargo, no hay que ser un lince para saber que lo más probable, al menos si nos atenemos a las encuestas publicadas, es que PP y Vox tendrán que ponerse de acuerdo, bien para formar Gobierno, bien para echar a andar la legislatura. Y dentro de la normalidad de la que disfruta Andalucía, hay que asumir que Vox es un partido más del arco parlamentario, respaldado en 2018 por casi 400.000 andaluces, que pueden ser muchos más el 19J. No cabe duda de que hay planteamientos de este partido que sobrepasan líneas rojas, pero también es absurdo negar que han conectado con una ciudadanía indignada y cansada. Macarena Olona y Vox sintonizan con un sector de la población precisamente porque dicen lo que muchos quieren escuchar, y de una forma desprejuiciada. Eso tampoco es nuevo en este país.
El reto de Juanma Moreno será, llegado el caso, mantener a raya a Vox. Y eso no parece tarea fácil, más aún sin contar con el pacificador Bendodo, especialista en establecer relaciones sólidas y hasta personales con los socios de Gobierno, ahora en Madrid.
En el caso de Juan Espadas y el PSOE, tienen el enemigo en casa, porque la ruptura y dispersión de la izquierda es un enorme problema para ellos. Su objetivo es movilizar al electorado de izquierdas y para ello ondearán la bandera del miedo a Vox. Puede resultarles complicado perderse en esa estrategia que deje entrever la falta de un discurso propio de mayor peso capaz de disputar el éxito al PP. Está por ver el desarrollo del proyecto de Unidas Podemos y de la escisión de Teresa Rodríguez, abanderada de un nacionalismo andaluz más teórico que real.
Ciudadanos ha echado una moneda al aire con la esperanza de evitar la desaparición y colarse con algún diputado. No tienen mucho que perder porque lo tienen casi todo perdido, así que cualquier avance, por pequeño que sea, será un éxito.
El mayor riesgo de esta campaña es que, ante esta situación, unos y otros echen mano de la confrontación y de los trapos sucios con los que debilitar al adversario. Porque el ecosistema político tiene asumido que en campaña todo vale y el fin justifica los medios. Llamarán al miedo, a la desinformación, a la supervivencia.
Pero lo que no hay que olvidar es el sentido real de estas elecciones. Sea cual sea la opción de Gobierno, Andalucía se la juega y tiene muchas papeletas para afrontar el futuro con optimismo y con desafíos que, en todo caso, pueden mejorar la vida de los andaluces. Desde los medios, desde este periódico y me consta que desde muchos otros, por difícil que sea, intentaremos, al menos, aportar claridad y luz en medio de tanto ruido electoral.
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