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Domingo, 10 de noviembre 2024, 01:00
La DANA sin precedentes que ha devastado numerosos municipios de Valencia obliga a desplegar ayudas acordes con la magnitud de la tragedia, de las que el Gobierno ha anunciado una primera parte, y a reconstruir por completo las zonas arrasadas. Un proceso este último que ... llevará largos años y requerirá financiación de la UE. Además, la catástrofe cambia el guion de la legislatura. La pugna sobre la capacidad de las izquierdas y las derechas para gestionar emergencias graves, envenenada por una polarización extrema, ha dejado en segundo plano las polémicas dominantes en los últimos meses: desde los casos del exministro Ábalos, Begoña Gómez e Íñigo Errejón al supuesto fraude fiscal de la pareja de Isabel Díaz Ayuso y las cesiones al independentismo catalán. De cómo salgan parados los grandes partidos de ese giro del foco, en el que el PP sufre al menos tanto riesgo de erosión como el PSOE por la escandalosa torpeza con la que Carlos Mazón ha afrontado la crisis, dependerán el curso político y sus expectativas de cara a un hipotético adelanto electoral. Mientras tanto, decenas de miles de ciudadanos exigieron ayer en las calles la dimisión del presidente de la Generalitat por los errores en la gestión de la DANA.
Pedro Sánchez puede encontrar en la ingente tarea por delante tras la riada un argumento para prorrogar su mandato aunque no apruebe unos Presupuestos que ahora se han hecho más necesarios que nunca. Pero si algo precisa esta situación excepcional es un Ejecutivo estable; y el suyo, fracturada la mayoría de la investidura, no parece serlo. Y también una estrecha colaboración entre las instituciones, sean del signo que sean, sin tacticismos partidistas de corto vuelo. La Administración central y la Generalitat valenciana no solo han reaccionado con retraso y sin la eficacia debida, sino que por momentos han parecido más interesadas en desviar responsabilidades para desgastar al rival que en asumir con acierto las que les corresponden. Su respuesta durante los primeros días del desastre ha ofrecido una imagen de inoperancia y desapego de las inquietudes ciudadanas que resulta letal para el sistema, cuyo crédito ha sido puesto en tela de juicio, y ha abierto una grieta en la confianza social hacia él. Los altercados en Paiporta del pasado domingo advierten del riesgo de un severo deterioro de la reputación de las instituciones que acabe por alimentar un populismo como el triunfante en otros países. Todavía están a tiempo de impedirlo.
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