En Andalucía no la sabemos meter... No sabemos meter la papeleta en la urna, quiero decir ¿O qué se pensaban que era? Muchos de los que opinan sobre las elecciones no han pasado por aquí más que para veranear en Marbella, aunque igual no estaban ... ni cerca, que hasta en eso se hacen trampas al solitario. Y sin tener ni puñetera idea, se permiten el lujo de pontificar en medios nacionales y en no sé qué digitales desde Madrid. Ni siquiera pueden echar mano a un primo, como aquel al que Rajoy le preguntaba por el cambio climático. Para empezar, ya se podrían documentar un poquito, que lleva tiempo pero es gratis. Incluso periodistas con larga trayectoria profesional están diciendo tonterías del tipo de que esta es la primera vez que el PP gana las elecciones andaluzas, obviando los 50 parlamentarios que consiguió Arenas en 2012.
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«Que vivan las 'caenas'», he llegado a escuchar, en referencia al célebre lema de quienes apoyaron el restablecimiento del absolutismo de Fernando VII. Y tiene guasa que eso lo digan los mismos que comulgan con las ruedas de molino del populismo a derecha e izquierda en todas las instituciones madrileñas. No es más que lo mismo de siempre: el paternalismo madricentrista hacia los pobrecitos 'analfabestias' del sur, a quienes nos llevan en rebaño y nos dan los sobres cerrados con las papeletas antes de entrar al colegio electoral, con el carné entre los dientes, para que no tengamos ni que hablar.
La realidad es que esta tierra es mucho más madura que otros territorios con mejor fama, con una imagen de nivel cultural y formativo supuestamente más alto. Pero esta tierra es la que le ha parado los pies a la extrema derecha, algo que no han hecho ni Castilla y León ni por supuesto la capital española. Aquí hemos sido los primeros, para bien o para mal, en regresar al bipartidismo, que va a ser la tendencia política general que se seguirá en adelante en todas las elecciones a comunidades y ayuntamientos; por descontado, en las próximas nacionales.
Aquí se han superado las convicciones acérrimas de las siglas para votar a las personas, a los equipos humanos y a una gestión más cercana a la realidad de las necesidades de los ciudadanos. De esto se trata al final en una sociedad avanzada. Se acabó el tiempo de inmolarse «con los míos», aunque fueran el mismísimo ejército de Pancho Villa, y encima a sabiendas.
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Si el suyo, sea uno u otro o el de más allá, se ha pegado un macarenazo, un espadazo o un mandoble por el flanco izquierdo, pregúntese por qué y haga autocrítica. Pero aquí no necesitamos que nadie nos enseñe a meter... La papeleta.
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