

Secciones
Servicios
Destacamos
«Woke» es el pasado del verbo «to wake», que significa despertarse. También es un adjetivo. Podría traducirse como «despierto». Desde hace un tiempo (años ... ya) se usa (mayoritariamente la derecha en el marco de la guerra cultural que ha desatado, pero también cierta izquierda) para referirse de manera despectiva a las posturas más progresistas, a las más concienciadas contra las injusticias sociales, y especialmente contra las que se cometen en perjuicio de las minorías sexuales o étnicas.
Los 'woke' serían quienes han despertado y han caído en la cuenta de la existencia de identidades a las que antes no se prestaba atención, no se reconocían, se negaban, y, por tanto, tampoco se respetaban sus derechos, así que son sensibles a sus reivindicaciones y a sus autoafirmaciones. No tienen problemas en asumir un vocabulario nuevo o en modificar la gramática o la sintaxis. Se cuidan de no ofender a ningún colectivo (ni al 50% de la humanidad que componen las mujeres). Y no sólo en el aquí y en el de ahora en adelante.
También se proponen revisar el pasado. Por eso se derriban estatuas de personas a quienes ahora se considera que no merecen ese homenaje público. De ahí que muchos espacios museísticos ahora ponen en contexto sus exposiciones: esto era lo que pasaba, incurríamos en prácticas racistas, pero este comportamiento no era admisible ni entonces ni ahora, vienen a decir en ocasiones; fuimos un imperio, sí, y eso consistía en explotar a otros pueblos; este arte es sexista, a las mujeres no se las puede tratar como objetos, por eso, frente a estas obras creadas por hombres y con los ojos de cómo han mirado a las mujeres a lo largo de la historia, incorporamos otras creaciones, críticas, que establecen un diálogo con las que históricamente han colgado de las paredes de las salas de exposiciones. También se analizan películas y obras literarias.
Una revisión bien entendida busca revisitar la historia y mostrar qué es lo que no se puede volver a repetir; no sólo en los contenidos, también en las formas de mirar, de representar y de contar la realidad. Esto no es censura ni cancelación. Es autoevaluación.
Si la derecha a la hora de criticar lo 'woke' pone el foco, quizás, en que no se puede mirar el pasado con los ojos del presente -al margen de su visión conservadora respecto a las migraciones, las minorías étnicas, la diversidad cultural, el sexo, el género y el papel de la mujer en la sociedad-, ciertos izquierdistas cargan las tintas en que lo 'woke', a sus ojos, fragmenta la identidad de la clase trabajadora como sujeto indisoluble universal en múltiples colectivos a los que separan no sus condiciones materiales de existencia sino características que consideran subjetivas. Lo material, critican, se ha visto sustituido por identidades basadas en sentimientos y deseos. No caen en la cuenta de las intersecciones de clase, raza, género y orientación sexual que multiplican las desventajas con las que se enfrenta la vida: una mujer negra de clase trabajadora y lesbiana o transexual va sumando discriminaciones una tras otra y eso repercute necesariamente en el lugar que ocupará en el mercado de trabajo y en los recursos económicos con que contará.
También se tildan de 'woke' los nuevos hábitos -de movilidad prescindiendo de los combustibles fósiles y también alimentarios como comer menos carne o nada en absoluto- que se adquieren por salud o en respeto del medio ambiente y de los animales. Si la derecha considera que esos nuevos usos se alejan de sus tradiciones y por eso los rechaza, la izquierda (la que va de 'true left', de 'verdadera izquierda', pero en realidad es ranciedad) los tacha de más caros, pijos, inaccesibles para la clase trabajadora y que incluso pueden poner en riesgo su medio de vida tradicional -como la industria contaminante-, sin tener en cuenta que ante los desastres naturales que se derivan del cambio climático que se habría de atajar con una forma de vida diferente a la actual, decrecentista incluso, los más vulnerables son siempre los más pobres.
Bien, en resumen: lo que se tilda como 'woke' es, en realidad, reconocimiento y respeto al que se considera diferente (y asunción del lenguaje con el que quiere ser apelado), una posición ecologista y animalista más o menos acentuada, una actitud de evaluación permanente de cómo quienes han tenido -y tienen- una posición de privilegio han tratado a quienes han ocupado históricamente posiciones subalternas (también los hombres a las mujeres, por cierto) y además hablan de responsabilidad afectiva, de malestares psicológicos…
A primera vista, de este listado, que ni mucho menos pretende ser ni exhaustivo ni preciso, no se deriva nada negativo. Más bien lo contrario. Son posiciones que quieren tener los ojos abiertos para detectar los problemas de nuestro tiempo, como el cambio climático o la geopolítica -por eso, no se dejan llevar por los alineamientos clásicos y critican las violaciones de derechos humanos las cometa quien las cometa-. Además, quieren paliar el sufrimiento -también el heredado- de los más débiles y hacer caso a las ciencias -incluidas las sociales que han concluido que las razas sólo existen para los racistas y que somos las personas las que 'racializamos' a quienes construimos como diferentes-.
Así que lejos de considerar el término 'woke' como un apelativo despectivo, lo aconsejable es apropiarse de él y reivindicarse como tal. Sí, soy 'woke', me preocupa mi prójimo y el mundo y cómo me comporto con ellos. Ser 'woke' es el nuevo humanismo. Lo contrario a lo 'woke', ya lo sabemos: el paradigma es el tono matón de Trump, que niega la ciencia, los derechos de las minorías y el multilateralismo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.