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Pero es lógico que muchos de nosotros pensemos que «saber es poder» pues basta con hacer una serie de movimientos sacádicos a lo largo de nuestra historia para contemplar cómo todos los pueblos y civilizaciones han gestionado el conocimiento como una herramienta de poder reservado siempre a una pequeña oligarquía, la cual, históricamente ha realizado innumerables esfuerzos por mantener al resto del grupo en la más completa ignorancia y, por supuesto, analfabetismo. El fundamental es muy obvio, un pueblo sin conocimiento es un pueblo extirpado de cualquier tipo de pensamiento crítico y, por tanto, completamente manipulable, crédulo y aborregado. Por tanto, desde tiempos pretéritos el conocimiento y sus fuentes han sido un preciado grial controlado celosamente por las esferas de poder.
Ya en el siglo VII el Imám Alí Tálib entendía al conocimiento como una herramienta de control y poder social llegando incluso a afirmar que «el conocimiento es poder y puede suscitar obediencia. Un hombre de conocimientos puede hacer durante su vida entera que los demás lo sigan y obedezcan, y que lo veneren después de su muerte». No obstante y a pesar de la pretérita relación entre «saber y poder» que desde siempre le han dado al conocimiento las clases privilegiadas es conveniente destacar que la famosa frase «el conocimiento es poder», atribuida al padre del método científico Sir Francis Bacon, nunca tuvo ese sentido relacional y ni siquiera fue exactamente eso lo que dijo. Su frase literal, escrita en su obra maestra de 1597 'Meditationes Sacrae' fue el aforismo latino «ipsa scientia potestas est», que traducido al español es «El conocimiento en sí mismo es un poder». Pero Bacon no se refería al conocimiento como una herramienta de poder social sobre los demás si no como una virtud de gran importancia, tal era para él que llegó a considerar al conocimiento como uno de los poderes de Dios.
La Iglesia Católica es una de las instituciones más decanas de la historia que entendió a la perfección la relación entre conocimiento y poder. De hecho, desde la caída del Imperio Romano jamás impulsó la alfabetización entre sus fieles e introdujo la idea de que la única forma de hablar y comunicarse con Dios era a través de sus representantes en la Tierra, los sacerdotes. Esta situación de control del conocimiento la desbarató Martín Lutero y su reforma protestante en la que impulsó la idea de que para acercarse a Dios no hacía falta hacerlo a través de ningún representante de Dios en la Tierra, por lo que cualquier persona podía acercarse a Dios por sí sola a través de la lectura y el rezo. De hecho, en todas las regiones protestantes de Europa se comenzó a impulsar vigorosamente la alfabetización, siendo este el principal motivo, tal y como explica magistralmente César Molinas, para que los países europeos protestantes tuviesen tasas de alfabetización y desarrollo mucho mayor que la de los países católicos a partir del Siglo XVII. De hecho, es razonable pensar que la hegemonía del catolicismo en España fue un vector fundamental para que nuestro país quedara descolgado en parte del gran desarrollo que supuso la Ilustración. Vaya por delante que yo soy católico y educado en el seno de una familia humilde pero que como todo hombre libre, obviamente parcial y subjetivo, intento explicar mi visión de los acontecimientos enfatizando uno de los graves errores que desde mi punto de vista ha cometido la Iglesia Católica.
Por todo lo anteriormente comentado, desde mi punto de vista no es el conocimiento y el saber en sí mismo lo que te otorga poder, sino el control exhaustivo y planificado del conocimiento y sus fuentes sobre un pueblo. De hecho, el verdadero autor de la frase «el conocimiento es poder», Thomas Hobbes, considerado el precursor de la filosofía política moderna cuya expresión la utilizó en su libro 'Leviatán' escrito en 1651, utilizó esa expresión concretamente haciendo referencia a que el objetivo en sí mismo del conocimiento es la consecución del control y el poder político. Basta con observar el control exhaustivo del conocimiento y sus fuentes que históricamente han tenido las oligarquías, las clases privilegiadas y las religiones sobre sus fieles para afirmar que lo que más miedo les ha dado históricamente a todos es que eran muy conscientes de que un pueblo culto es un pueblo con pensamiento individual y juicio crítico. Por tanto,un pueblo difícil de domesticar, unificar y colectivizar a la hora de manipularlos y gobernarlos.
Si observamos cualquier tipo de dictadura, ya sea con tintes comunistas o fascistas, todos están obsesionados con el control del sistema educativo. Pero no por el hecho de mejorar el capital humano de sus ciudadanos para que cada vez sean más cultos, más críticos y más libres, sino porque quieren controlar y administrar la cantidad, calidad y orientación ideológica del conocimiento que se administra a los ciudadanos. Para ellos controlar el conocimiento y sus fuentes es una manera de eliminar el pensamiento individual y el juicio crítico, factor clave para iniciar un proceso de homogeneización, colectivización y de manipulación de un pueblo. A partir de aquí ya sabemos cómo sigue la película, persecución y criminalización del pensamiento individual , la libre expresión y el juicio crítico.
Si nos centramos en la situación de nuestro país, una vez pasado el oscurantismo sufrido durante la dictadura, es decir, desde la transición hasta nuestros días, podemos ver con claridad que se han realizado verdaderos esfuerzos por mejorar la alfabetización y la educación de nuestro país. Pero esta situación está derivando a peor con mucha velocidad en los últimos años. Todos los partidos políticos desde la transición han concebido a la educación como una herramienta de ideologización y un instrumento para ganar votos. Y es precisamente este hecho lo que ha provocado que cada vez que hay un cambio de gobierno se haga una nueva Ley Educativa adaptada a la ideología del grupo entrante. Por tanto, nunca se hacen reformas estructurales de calado sino que se centran en contenidos académicos poco relevantes para aumentar el capital humano de un país, pero sÍ muy relacionados con las ideologías de cada grupo. Es muy obvia la clara intención de generar un adoctrinamiento ideológico totalmente parcial y subjetivo dejando de lado los verdaderos problemas a los que debería enfrentarse un sistema educativo en un entorno tan volátil y de tanta incertidumbre como el actual.
Y si pensábamos que esto no podía ir a peor aparece en escena D. Pedro Sánchez con el que estamos asistiendo al total desmembramiento del sistema educativo, vendiendo incluso a trozos, cuestiones tan relevantes como la lengua y la historia de nuestro país. Y digo Pedro Sánchez y no con el Partido Socialista puesto que lo que este señor está haciendo en nuestro país se aleja mucho de un pensamiento socialdemócrata. Jamás he visto a un político tan centrado en la matemática del voto llegando incluso a vender nuestro Estado de derecho a pandilleros que quieren destruir nuestro país. La educación para él es, por un lado, una mera herramienta política de concesiones para comprar voluntades de enemigos de nuestro país, y por otro, un mecanismo de adoctrinamiento de nuestros jóvenes. Por último, como siempre os deseo Salud para el camino y fuerza para no desfallecer y rendirnos ante el paupérrimo circo político que estamos viviendo y nos queda por vivir al menos durante 4 años más.
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