
Navegar estos días en las redes sociales pude ser una experiencia tan letal como entrar en el núcleo de Chernóbil. En Twitter, por ejemplo, ya es evidente que miles de internautas se han despreocupado de cómo salir de la la pandemia y su único interés es escribir el relato político de los héroes y villanos de esta crisis, pero desde el odio y con desprecio a la verdad. El Gobierno ha afirmado que está dispuesto a tomar medidas contra los bulos y que va a monitorizar las redes.
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Hay ejemplos de países que han sido más eficaces en la lucha contra las intoxicaciones informativas porque han identificado el verdadero origen del problema. Como ya contamos en esta sección, Singapur -uno de los países más eficaces en controlar el Covid-19, con seis fallecidos y 1.048 contagiados pese a su cercanía a China- fue directamente a la fuente y cada vez que detectaba un bulo amonestaba a la red que había permitido su distribución. La responsabilidad, después de todo, es de quien regala su altavoz a los malvados.
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