La Cofradía de la Moraga

Echo de menos que tal profusión de imaginería remita poco a la resurrección del Nazareno. Vamos, no remita, directamente. Salvo que demos el salto de la fe sabiendo que el Cristo sufriente, que se procesiona y contemplamos en nuestras calles, resucitará.

No hay uno, sino muchos relatos de la resurrección que vendrían a completar el discurso potente de la Semana Santa malagueña. Recordemos que la Semana Santa no termina el Viernes Santo, sino el Domingo de Resurrección. Y que nuestras vidas están sedientas de vida; que a diario en las iglesias se celebra el misterio de la fe: una fe anclada, vertebrada, fundada en la resurrección de Cristo.

Propongo fundar una cofradía que viniera a llamarse El Cristo de la Moraga y procesionara por las calles de nuestros barrios vinculados a la mar: El Palo, Pedregalejo, Huelin... Sugiero bucear en los relatos de la resurrección para descubrir, sin dificultad, que Cristo resucitado se aparece a sus discípulos en la orilla del mar. Y leer que, allí en la playa, estuvo con ellos comiendo peces a la brasa con pan. Una moraga en toda regla.

Más allá de peregrinas ideas, propongo abrir el abanico procesionista para recuperar los pasajes de la resurrección de Cristo. Porque como decía el teólogo luterano alemán Dietrich Bonhoeffer, pastor que participó en el movimiento de resistencia contra el nazismo, no será el ars amandi sino la resurrección la que dé un nuevo viento que purifique el mundo actual.