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JOSÉ M. DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ. CATEDRÁTICO DE HACIENDA PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Lunes, 3 de febrero 2025, 01:00
Según algunos analistas, la terrible experiencia de la pandemia del coronavirus trajo consigo algunas consecuencias positivas para la humanidad. Entre estas podría estar el posible ... freno del incesante proceso de urbanización observado en todo el mundo. Las oportunidades ofrecidas por las nuevas tecnologías, con prometedoras fórmulas de teletrabajo, videoconferencias, e intervenciones a distancia, entre otras, exitosamente ensayadas durante el confinamiento, representaban, aparentemente, un punto de inflexión en la desenfrenada carrera urbana. Con sus problemas de congestión, contaminación, hacinamiento, tráfico, escasez y carestía de la vivienda, saturación de servicios, flujos turísticos masivos, aceleración y estrés, las ciudades no gozan de demasiado prestigio en el imaginario colectivo, ni en la valoración de las experiencias personales de quienes sufren todos o algunos de tales inconvenientes.
No obstante, pese a la considerable cantidad de detractores-residentes y de detractores-analistas, no faltan quienes defienden de manera entusiasta el papel de las ciudades. Tal es el caso de Edward Glaeser y David Cutler, que, en una contribución reciente publicada por el FMI ('Los misterios de las ciudades y el crecimiento económico'), sostienen que «Dado el papel vital que las ciudades juegan en conectar el mundo, es imposible pensar en el crecimiento económico sin pensar también en las ciudades». Defienden la tesis de que el vínculo entre las ciudades y la globalización se remonta a la Antigüedad. Así, el remarcable florecimiento de genios en filosofía, escultura, teatro, arquitectura e historia que alcanzó Atenas es imputable en buena medida a su apertura, que, además de dinamismo, conllevó una serie de amenazas.
En línea con lo antes señalado, el futuro de las ciudades parecía más sombrío ante el auge de los contactos por medios electrónicos, que mermarían la importancia de las interacciones presenciales. Glaeser y Cutler discrepan al respecto, y consideran que, aunque las conexiones electrónicas sustituyen algunas basadas en el cara a cara, también hacen que las interacciones económicas sean más complejas, lo que requiere más encuentros personales. Los datos aportados no respaldan la creencia de que el trabajo a distancia vaya a desbancar el presencial.
De manera mucho más acuciante, según estos autores, el mundo urbano se ve amenazado por tres grandes riesgos: la guerra, las pandemias, y el cambio climático. De esos tres frentes pueden surgir devastadoras consecuencias. No es fácil atribuir probabilidades concretas a escenarios dominados por la incertidumbre, pero, precisamente por ello, resulta crucial estar preparados para hacer frente a episodios adversos de extrema gravedad.
Pero no acaban ahí los retos para las ciudades. Según la OCDE, a lo largo de la próxima década, una mayoría de núcleos urbanos se van a ver afectados por cambios demográficos que pondrán en entredicho la productividad y el crecimiento debido a déficits de mano de obra, en especial de aquellos perfiles necesarios para los desarrollos tecnológicos en curso.
Luces y sombras se proyectan sobre la imagen de las ciudades, entre las que, pese a todo, hay una competencia desatada por la localización de empresas e instituciones. Málaga se ha aupado en el ranking de competitividad internacional, y pone a prueba su capacidad para seguir atrayendo proyectos.
En unos de los tratados clásicos de Economía, Alfred Marshall discurría acerca de las causas que determinaban la localización de las industrias. Dejaba claro cuáles eran las ventajas de la concentración: «Cuando una industria ha elegido una localidad para sí misma, es probable que permanezca allí durante mucho tiempo: tan grandes son las ventajas que obtienen las personas que ejercen la misma actividad cualificada al estar cerca unas de otras. Los misterios de la actividad dejan de serlo; es como si estuvieran en el aire y muchos de ellos son aprendidos inconscientemente por los niños».
Propios y extraños se preguntan dónde radican las claves del misterio que envuelve la trayectoria reciente de la ciudad de Málaga, mientras que algunos se plantean cuál es el modelo que debe seguirse para compatibilizar la continuidad de su fuerza de atracción con la garantía del 'derecho a quedarse' de sus habitantes, defendido, en relación con los ciudadanos de la Unión Europea, en el Informe Letta.
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