La propuesta de una cesta básica de alimentos de 30 euros, hábilmente convertida en una auténtica campaña comercial de una importante firma multinacional, es el ejercicio postsoviético-bolivariano más grave de nuestros días. La doctrina y los planteamientos de la vicepresidenta Yolanda Díaz son claramente ... ilegales, inconstitucionales y contrarios a las directivas europeas y rezuman una profunda ignorancia ausente de la más mínima preparación y desconocedora hasta de la aritmética más elemental. Intervenir el mercado fijando precios y limitando la libre iniciativa es el camino del racionamiento primero y el desabastecimiento en segundo lugar. La creciente importancia del papel del socio del PSOE en las más llamativas decisiones del Gobierno raya en la alarma si de modelos colectivistas estamos ya hablando. En esta dinámica y, ante la crisis económica inflacionaria, la energética y sus precios, gravemente agravado todo por la guerra de Ucrania y sus consecuencias, surgen las recetas de la izquierda extrema.

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El actual y polémico mandatario español, Pedro Sánchez -tal y como consta- mamó la socialdemocracia que Felipe González consolidó en el PSOE. De hecho, todos sus discursos previos a su toma del poder basaron su hilo principal en el modelo ideológico que venía liderando a su partido, sus predecesores y partidarios. No pactaría con Podemos, no lo haría jamás con Bildu y nunca concedería el indulto a los golpistas de la secesión catalana; en suma, no se saldría jamás del modelo de moderación socialista instaurado en la Unión Europea y, más concretamente, en España. Aunque no hay que dejar en saco roto la propensión de su antecesor, Zapatero, a saltarse líneas tradicionalmente consensuadas y, por tanto, compartidas por los dos grandes partidos.

Es indudable que las circunstancias en torno a conservar el status alcanzado como presidente del Gobierno llevaron un débil Sánchez a desdecirse una, dos y mil veces de sus promesas y compromisos, haciendo y decidiendo miméticamente todo aquello que comprometió no transitar ni disponer. Hoy, cada paso, cada decreto, cada ley, se aprueba con una mayoría -llena de diversos y contrapuestos orígenes y voluntades variopintas- que previamente exige cesiones y pagos que Pedro Sánchez satisface sin rechistar. Curiosamente, Sánchez se muestra especialmente dolido con el abucheo permanente callejero a su figura cuando aparece en público. Quizá, cuando no se lidera de ninguna manera la llamada mayoría social, acaba siempre por ocurrir este cuadro. En este estado de cosas y en un grado aún más extremo el socio formal del Gobierno de coalición, Unidas Podemos, hace y deshace para disgusto incluso de muchas instancias socialistas produciendo una chusca situación. Un partido con una representación de apenas un 13% de voto impone leyes y modelos extremos en una España cuya mayoría los rechaza.

Yolanda Díaz propone, con su acostumbrado desahogo y probada vaciedad, contagiarnos de su comunión político-ideológica con Chávez, Maduro, el Foro de Sao Paulo o el Grupo de Puebla, labrando un sistema de extrema izquierda que promete vaciar nuestra vida de suministros, provisiones y libertad. El paternalismo político estatal, el colectivismo y la intervención ideológica y económica son recetas fracasadas cuya consecuente miseria hemos de rechazar democráticamente con toda la contundencia.

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