Durante la comparecencia del Gobierno en la última sesión de la Comisión de Exteriores del Congreso el Ministro Albares, cuyo tono pausado y verbo diplomático se agradecen, pedía extrañamente adhesión inquebrantable al PP, sin pegas ni críticas, en tanto los socios podemitas de la coalición ... de Sánchez mostraban su radical discrepancia con la OTAN, con nuestra pertenencia a la referida organización y las medidas militares tomadas por el propio gobierno al que pertenecen. Francamente, es una situación difícil de calificar e imposible de justificar, aunque la normalidad gubernamental hace ya tiempo que se nos escapó. Reflexionar con cierta frecuencia es una acción recomendada a todo los niveles, quizá es más que aconsejable para los responsables políticos del Ejecutivo, sobre todo ante episodios de ausencia de unidad de acción y discordia interna en cuestiones tan importantes como una crisis internacional de carácter diplomático y militar.

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A estas alturas puede pensarse, no sin riesgo de equivocarnos, que la crisis de Ucrania puede tener un final moderado o leve, o que su resolución se alargue y se cronifique -algo que requeriría crear y disponer de un dispositivo crítico de alerta permanente-. Voceros de la OTAN han deslizado que no se intervendrá en Ucrania por tratarse de un país no miembro, Biden ha modulado su mensaje reactivo belicista y portavoces autorizados de Putin han dado a entender que Rusia no quiere encender ni fuego ni violencia. Es pronto para saber si las palabras serán hechos o éstos finalmente las superarán. Solucionar esta crisis atendiendo punto por punto a lo que las partes plantean no es posible, porque los unos no pueden atender las vindicaciones de los otros sin renunciar a las suyas propias. Otra cosa será, aunque harto compleja, si se emprende una negociación con capacidad y voluntad de ceder por ambos lados. En este sentido -hay que reconocerlo-, una luz de esperanza está encendida con la iniciativa encabezada por el Presidente Macron por la que Francia y Alemania han sentado en la mesa a ucranianos y rusos para tratar asuntos humanitarios y plantear la posibilidad de celebrar negociaciones sobre el estatus de la región de Donbass. Si hay acuerdo para celebrar estas conversaciones, la próxima reunión la organizará Alemania. Parece claro que para este futuro se necesita un presente pacífico, al menos lo más sereno posible.

España no está en el puente de mando, como lo prueba el hecho de no haber sido convocada por Joe Biden para la más importante reunión, hasta Polonia participó. Es indiscutible que determinadas políticas y algunos políticos de nuestro Gobierno despiertan graves reticencias en la Casa Blanca, cuyos efectos son bastante perjudiciales para nuestros intereses en general. De hecho tampoco hay representación española en el llamado Grupo de Normandía, es el peso de la historia en un caso y el peso de los nuestros en el otro, poco.

Todo más complejo que el conocido eslogan de 'no a la guerra', siempre lo es. Hagamos votos, con imaginación y esfuerzo, para que no estallen las hostilidades, pero sin mirar para otro lado ni cuestionar nuestra irrenunciable identidad occidental, democrática y atlantista.

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