A cada uno lo suyo

El cartero siempre llama dos veces

Domingo, 16 de julio 2023, 02:00

Con los comicios del 23-J, los españoles llevaremos 46 años votando en democracia. La Democracia ya tiene más edad en España que los 40 años de criminal dictadura de Franco. Hemos visto de todo en este tiempo: mayorías absolutas, relativas, minorías, fracasos y triunfos. ... El pluralismo forma parte del ADN de nuestro sistema constitucional, máxime cuando el bipartidismo ya se ha ido para no volver. Esta situación obliga al diálogo y al intercambio de pareceres aparentemente contrapuestos. Lo que pasará el próximo domingo en las urnas nadie lo sabe, pero hay indicios preocupantes con la consolidación del voto a Vox en las recientes autonómicas y municipales, su entrada en algunos gobiernos y la posibilidad de que suceda lo mismo en caso de necesitar el Sr. Feijóo los apoyos de la ultraderecha para formar gobierno. La legítima inquietud ante estos posibles pactos no puede llevar al alarmismo. Creo que muchos de los votantes de Vox son personas alejadas de la extrema derecha pero que han sido radicalizadas por un contexto de desprestigio de la política, aunque ese rechazo les ha llevado al apoyo a dirigentes con un preocupante perfil autoritario, a los que les sobran los avances sociales y la memoria democrática de las víctimas del franquismo, y que no asumen que el machismo es el caldo de cultivo del sufrimiento de muchas mujeres aterrorizadas ante una violencia basada en la desigualdad de género. En cualquier caso, Vox, con más o menos fuerza, tendrá que respetar la Constitución y las leyes, y ante cualquier atisbo de vulneración de la mismas, tendrán que responder ante los tribunales. Todos tenemos derecho a la presunción de inocencia, y son, en su caso, los hechos punibles, y no las bravatas, los que determinan las responsabilidades penales de cualquier ciudadano.

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Por mi parte, espero que las urnas den lugar a unas mayorías parlamentarias que garanticen una España anclada para los restos en un estado de derecho, social y democrático, con pluralismo político y libertad. Una sociedad más justa, próspera, culta, solidaria, emprendedora, igualitaria, sin excluidos, con un fuerte dispositivo público de protección social y con pleno empleo. Una sociedad donde la necesaria libertad de empresa no sea un dogma donde amparar un lucro desmedido y un capitalismo desbocado. Un país donde la opinión pública sea el producto de la reflexión serena y crítica de sus ciudadanos y no el tumulto a golpe de consignas simplistas multiplicadas por altavoces poderosos y nada inocentes, una España donde los liderazgos políticos y sociales sean reflejo de la autoridad moral derivada del ejemplo y no de la capacidad para la crispación. Y para ello, lo primero es no generar dudas infundadas sobre la limpieza del proceso electoral, que es lo que ha hecho el Sr. Feijóo con su llamamiento: «Pido a los carteros, con independencia de sus jefes, que repartan todo el voto». El cartero es un empleado público responsable que llamará dos veces o tres, las que hagan falta, para que ningún voto se quede en el camino.

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