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Le digo al Teorías que el cartel de la Semana Santa nos representa. Por mestizo. Por innovador. La Semana Santa aquí tiene un plus, sí, que de fenómeno religioso pasa a ser también fenómeno de cultura de masas. Por eso la propuesta del cartelista rompe moldes y le da a nuestra semana grande una 'grandeur' como de Pasarela Cibeles.
El cartel de la Semana Santa de este año, por lo demás, invita más a la calle que al rezo, lo cual es otro mérito, otro guiño a esta ciudad donde se revive al Gólgota en el Paraíso. Tiene el cartel algo de collage cachondo, sí, pero la Semana Santa de Málaga, frente a otras, es múltiple. Por eso es que su pancarta anunciadora no nos ha pasado de largo y hasta hay quien ya bromea con que el cartel es un boceto de modelillo de Rosalía.
Viendo el cartel, de un vistazo viene dada la Málaga plural que por primavera tiene sus días grandes. La ciudad que, aparte de las procesiones, recibe a turistas, juega al fútbol, bebe anís y sube al Torrecilla.
Cuando los días grandes pasan del calco de un Cristo a la innovación artística, comprendemos que hemos subido de nivel. El cartel tiene ese alma canallita de los Viernes Santos y el vino dulce con calditos, pero también un oro que lo ocupa todo con horror al vacío. No sé qué opinará sobre el asunto Jaime Moreno, pero muy seguro a lo que cuentan estas líneas.
El cartel semanasantero, entre otros méritos, anima a coger la Semana Santa como quien degusta una creación divina y gastronómica. José Luis Puche contó a este periódico que él no quiere aplausos fáciles y de ahí que con su cartel haya dado un triple salto mortal.
Pasa que con el cartel los malagueños, sí, podemos hablar del Arte y de sus límites. Y de qué de Sacro es pop y qué pop puede ser Arte. Así las cosas, la composición canallita de Puche es la más nuestra porque dice sin decir. Es algo que mi amigo el Teorías lleva años pontificando desde su terraza cachonda en Madre de Dios.
En todo caso, la modernidad de Málaga ha llegado a las cofradías con un cartel conceptista que apela al hipotálamo y que da pie a la evocación de otros Lunes Santos con el brillo bueno de Los Estudiantes. Y eso cuando el común de los cofrades de Málaga han entendido que con el patrimonio que custodian sólo hay una salida: mirar hacia lo grande.
El cartel es también la representación de la Málaga que se mueve, y de ahí que toda la composición tenga algo como de piel de tigre expuesta en la playa de Pedregalejo. Es un retazo de la piel de trono y de la piel de Virgen, una metonimia arriesgada, valiente, en un ámbito que suele tender -como los humanos- a las concomitancias de sí mismo de año en año.
Cuando un cartel condiciona una plegaria, el artista puede darse por satisfecho. El arte consiste en buscar el pellizco, y Puche lo ha logrado. Le saldrán talibanes, pero Puche nos ha mostrado el mejor camino con su cartel: el de una Semana Santa poliédrica.
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