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Carta a mi abuelo

A cada uno lo suyo ·

Los nietos del dictador han ejercido los derechos contra los que se sublevó su abuelo

Domingo, 27 de octubre 2019, 11:31

Querido abuelo Manuel, estas letras son una respuesta, simbólica, a otra carta, escrita por ti en 1943, horas antes de que te fusilaran un 28 de julio por el delito de «adhesión a la rebelión». Te mataron por ser concejal socialista durante la república en Almogía y por defender la legalidad constitucional vigente. En esas palabras (que llegaron a la familia sorteando la censura carcelaria), sabiendo que te quedaban horas de vida, pedías a tus hijos que fueran personas de provecho, que cuidaran de su madre, y que cuando fuera posible, informaran a las autoridades legales de la República sobre el crimen que se había cometido contigo y con tus compañeros de martirio. No fue posible abuelo, los genocidas echaron raíces en el Estado y convirtieron España en una cárcel gigantesca. Dejaste viuda a la abuela Antonia y tres huérfanos en un país mísero en lo moral y en lo económico. Antonio, mi padre, con 11 años se convirtió en el hombre de la casa, y junto a sus hermanas y su madre, salieron adelante con penalidades y con mucha dignidad. Tu hijo nunca superó el pesar por la pérdida temprana de su padre, y se volcó, junto a su mujer, en un objetivo monográfico: que a tus nietos nunca nos faltara nada, compensando tu ausencia con su presencia en nuestras vidas. Y lo hizo sin aportar ni un gramo de odio en nuestros corazones; jamás escuché a mi padre una palabra que incitara a la venganza, jamás justificó ningún crimen ni distinguió entre víctimas de un lado o de otro. Pero tu hijo tenía claro quién organizó toda esta borrachera de sangre y dolor, quién provocó una rebelión militar, tratando a media España como enemigos a batir sin piedad.

El jueves sacaron al responsable de la matanza de muchos españoles de un espacio público que presidía con el único título habilitante de ser el jefe de los sublevados. Mientras que a ti te sacamos de una fosa común cuando llegó la democracia para que descansaras con tu mujer, miles de asesinados siguen en las cunetas ante la indiferencia de algunos que, para colmo, se han mostrado muy ofendidos porque la democracia española, a los 44 años de su muerte, haya reparado el despropósito de un dictador presidiendo el reposo final de muchas de sus víctimas. Esas son las cosas que pasan cuando una familia ha tenido a España 40 años como un cortijo, y se ha pasado otros 44 disfrutando del pillaje de su abuelo sin molestia alguna. Están mal acostumbrados, y estos personajes tienen la desvergüenza de apelar a los derechos humanos, exigiendo honores militares para quien los negó a sangre y fuego al resto de los españoles. Esta, querido abuelo, es la grandeza de la democracia por la que tú y otros muchos distéis la vida. Los nietos del dictador han ejercido los derechos contra los que se sublevó su abuelo, y el Estado de Derecho ha respondido con serenidad a las provocaciones de unos sujetos que hablan de profanación ante la aplicación de las leyes y las sentencias.

Querido abuelo, honraremos siempre tu memoria aportando nuestro grano de arena por una España libre, próspera, culta y fraternal. Nuestro futuro siempre necesitará de tu recuerdo y el de todas las personas de bien, pensaran como pensaran.

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