Cuando una monja entraba en clase se quejaba del «olor a humanidad». La humanidad éramos nosotras. El calor de un montón de niñas respirando varias horas en un aula. Ahora la humanidad es otra cosa. Lo que falta a los demás según las ministras socialistas. ... La de Igualdad, Ana Redondo, ha pedido «tiempo y humanidad» por los contratos de puntos de violeta obtenidos por la mujer de su directora del Instituto de las Mujeres. La de Ciencia (y más), Diana Morant, ha criticado «la extrema crueldad» de Feijóo y le ha pedido «humanidad». Que hay 6.000 niños «esperando en Canarias a que se decida». Reclamar humanidad está de moda.

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De Juan Belmonte se cantaba: «Dicen que Belmonte es feo, pero tiene corazón, que a sus hermanos, los más chicos, del hospicio los saco». Cristina Rosenvinge dice que «lo importante son las personas que tienes alrededor, hasta las que no conoces». La humanidad sigue siendo calor humano, no una recriminación ministerial.

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