Los camaleones siempre han llamado la atención de zoólogos y profanos por su extrema adaptación a la naturaleza, cambiando de aspecto y hasta de color para mimetizarse con árboles y plantas para protegerse de sus depredadores. El Partido Socialista hoy día ha adaptado su plumaje ... y colorido al podemismo y al secesionismo de tal modo que sus integrantes votan contra el estado –aunque sea por llamamiento– con el espíritu de conjura a lo Fuenteovejuna o más bien del entusiasmo de una revolución de comedor en el colegio mayor. Las ansias de continuidad del sindicato político de Sánchez han encontrado una tecla roja de tecnología hasta aquí desconocida: no se aspira a ganar, sólo a capitanear 176 escaños a los que dar lo que pidan, casi sin límites o sin el casi.
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Si derogar el delito de sedición es un acto cargado de sombras negras, se dice que está obsoleto y que es una antigualla en la Europa de nuestro entorno... Siempre habrá quien lo crea, o no. Da igual, se dice, se repite y acabará en el olvido, o eso esperan. Realmente hay una incógnita respecto de lo que la sociedad española piensa de todo este abandono de la senda de defensa de España y sus instituciones. Desproveer al estado de cualquier resorte de protección no es nada edificante y promete ser un estruendoso foco de problemas y sobresaltos muy graves. De cara a esas elecciones, cuyo tiempo se resiste en llegar, cabe tomar nota de lo ocurrido en Andalucía, una mayoría absoluta más que sobrada para el PP. Había un inmenso hartazgo de un nivel emboscado indetectable, que salió a la luz en las urnas, muy por encima de las previsiones de las encuestas. Siempre cabe aquello de «Andalucía no es lo mismo que España», o que «no es lo mismo Madrid»... Que no, pero puede que sí... Cada cual sabe, luego será tarde.
Miren, imponer lo menos razonable, una y otra vez, con argumentos tan débiles como sencillas mentiras o simples asertos con cierta pinta verosímil crea una doble reacción: la natural rebeldía, ante lo obligado a tragar, y la correspondiente contra el menosprecio que comporta argüir como justificación cualquier cosa poco nada inteligente, que todo vale. En estos días se sabe que en la Cataluña del no al 25% los jóvenes están usando más el español que el catalán –con diferencia– para relacionarse, seguramente es respuesta a tanta asfixiante medida contra el libre ejercicio de hablar la lengua de Cervantes. O, por poner otro hecho, hace un par de días se ha producido en Mallorca, Colegio de La Salle, la expulsión de toda una clase de 1.º de bachillerato por haber tenido la ocurrencia colectiva de poner una bandera española en el aula con la leyenda «vamos, selección», tras pedir permiso al profesor-tutor. Las profesoras de catalán y filosofía se negaron a dar clases en presencia de la enseña nacional. No duden de que los jóvenes alumnos tomarán nota de este chocante acto represivo.
El gobierno de Sánchez va con Bildu, se adapta a Esquerra, lo que diga Podemos... Suma y sigue, votaremos.
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