La campaña de los 'influencers'
CARTA DEL DIRECTOR ·
Es imposible ignorar el componente personalista de esta carrera hacia el 19J, en la que los candidatos se juegan algo más que el éxito electoralCARTA DEL DIRECTOR ·
Es imposible ignorar el componente personalista de esta carrera hacia el 19J, en la que los candidatos se juegan algo más que el éxito electoralLa política no deja de ser un espejo de la sociedad. Hay quienes dicen que tenemos los políticos que merecemos, pero tal vez ocurra que tenemos la políticos que somos, o al menos que cultivamos. Muchas cosas han cambiado en los últimos años, no sólo ... la fragmentación del tablero político y la aparición de nuevos partidos que muy pronto se parecen a los viejos o la polarización y el permanente estado de confrontación. Han surgido nuevas formas de concebir los liderazgos y de relacionarse con el electorado. Es cierto que siempre han tenido mucha importancia los perfiles personales, como los de Felipe, Aznar, Zapatero o Rajoy, pero ahora se percibe un debilitamiento del aparato de los partidos frente a los candidatos. Son cada vez más habituales las estrategias que diluyen las siglas hasta hacerlas casi desaparecer mientras se potencia el personalismo.
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Es una tendencia que conduce a reflexionar sobre el declive de las ideas frente al auge de las ocurrencias. El armazón conceptual e ideológico de los partidos es cada vez más precario, sobre todo porque ni los políticos le prestan atención ni los ciudadanos parecen echarlo de menos. Los programas se han convertido en herramientas prescindibles elaboradas bajo el sistema del corta y pega, como las tesis de algunos políticos. Esta ausencia de fortaleza intelectual no es más que el resultado de un modelo de sociedad en el que priman la velocidad, la instantaneidad y la superficialidad a la hora de comunicar e informarse. También es cierto que la pérdida de credibilidad en el sistema político ha contribuido a la frivolidad que se ha colado como el agua hasta en los últimos rincones de todos los partidos.
Y frente a la ausencia de ideas ganan peso la imagen y la propaganda. Un mensaje contundente, ingenioso, acertado, original, directo y viral, es decir, un eslogan, tiene más poder que todo un programa, aunque carezca de contenido e incluso aunque sea falso. Es una perversión inventada y empleada hace mucho tiempo, pero la realidad es que ahora está arraigada en el sistema. Los mensajes se simplifican tanto que terminan por tener un impacto enorme con independencia de su veracidad. De la misma forma cobra importancia la imagen física de los candidatos, que conscientes de ese poder se esfuerzan en seducir al electorado con las mismas armas que utilizarían en una fiesta. Que un candidato de buen ver tiene ventaja se sabe desde la época de Suárez, pero hoy resulta mucho más evidente. La política apela ahora a los sentimientos más primarios, quizá porque todos saben que lo emotivo es lo más efectivo. Porque la política es más cosa de tripas que de cabeza. Por eso hay un considerable trasvase de votos desde Podemos a Vox, formaciones especializadas en acoger a indignados.
Y ante la falta de ideas y conceptos, ante la ausencia de profundidad, es importante tener datos fiables y reales sobre la gestión, sobre la economía, la sanidad, la educación y el empleo para que, de esta forma, la ciudadanía se pueda hacer una composición de lugar más allá de mensajes catastrofistas o triunfales, siempre interesados. Será muy habitual en esta campaña, como en tantas otras, escuchar mantras sobre Andalucía, sobre los ricos y pobres, sobre los obreros y los empresarios, sobre la sanidad, la educación o la dependencia. Habrá que estar prevenidos y ser precavidos.
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Arranca la campaña de los 'influencers'. Los candidatos nos venderán, como hacen las 'instagramers', una política súper feliz, ideal. Pero no hay que dejarse engañar. Detrás de todo eso está la política real y las personas reales, con candidatos que también se la juegan personalmente. Juanma Moreno, Juan Espadas, Juan Marín, Macarena Olona, Inmaculada Nieto y Teresa Rodríguez tienen dibujadas perfectamente la línea que separa el éxito del fracaso, que va más allá del resultado electoral. Por eso es tan importante intentar descubrir qué hay en sus cabezas y en sus programas, qué esconde la fachada política, porque así se podrá descubrir realmente cuáles son los principios y los valores que inspiran su forma de entender la política y de entender la vida. Y quizá así tengamos muchos más argumentos para decidir el voto.
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