Puede caer -puede- y pronto, pero también es posible que su ilegítimo y tiránico mandato persista. El teatro de operaciones ha representado su obra pública e impúdicamente, frente al mundo entero. El régimen ha quedado como lo que es, a la altura del subsuelo más ... miserable y con un sátrapa al frente. Todo tan notorio y evidente como la heroicidad de María Corina Machado y Edmundo González, demócratas, honestos, patriotas y valientes. Ahora hay decenas de muertos, un par de miles de detenidos y cientos de pistoleros motorizados ejerciendo la violencia sin insignias ni galones. Se trata de auténticos piratas delincuentes al servicio de la dictadura, que describe con ellos muy bien su estilo cutre y criminal. El entramado institucional amorfo y constantemente improvisado, un sistema totalitario lleno de lagunas, no dispone de actas de votación ni de más prueba que una nota ignorante de la aritmética. En su huida hacia delante, aún boquiabiertos, pues nada previeron, hay una resolución del llamado Consejo Electoral Nacional que da la victoria a Maduro con un mismo resultado cuantitativo al 70% escrutado que al 90. La suma de todos los porcentajes de las candidaturas, por cierto, arroja que los mismos suman el 135% de los votos ejercidos. También en una dinámica de complejo de culpa ha sido épica la presentación de una especie de recurso de amparo ante el Tribunal Supremo de la «revolución» - o algo así- para que este órgano atípicamente dictamine o confirme el resultado de la imposible victoria de Maduro Moro. No parece probable que este tribunal superior del régimen ose dictar cosa distinta a lo expresamente solicitado, pues separación de poderes tampoco hay.
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Un tropel de países americanos, empezando por USA, ha reconocido la victoria del tándem Edmundo-Corina y más vendrán, pero no es suficiente para parar a la tiranía chavista. ¿Mantendrán las fuerzas armadas sus «lealtades» o pondrán un precio a según qué banderías? Pero en este último caso no parece que nadie se ofrezca o pueda pagar ese rescate...
La población sigue echada a la calle, el riesgo es altísimo y no es exigible de ningún modo tanto sacrificio. El Régimen lo sabe, está armado hasta los dientes y tiene el monopolio de la violencia, aderezado de una ausencia absoluta de escrúpulos, inmensa crueldad y los fines más espurios e inconfesables. Asumir ilegítima y falsamente su «victoria» es una responsabilidad insignificante ante todo lo perpetrado hasta ahora. Sólo cabe la resistencia, el apoyo exterior, el liderazgo de Corina Machado, su sorprendente y admirable fuerza y valor... Y la hipotética, ansiada y probable descomposición gradual de alguno de los puntos de apoyo maduristas más insospechados y estratégicos para tumbarlo.
Democracia y justicia para Venezuela.
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