La boda
INTRUSO DEL NORTE ·
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INTRUSO DEL NORTE ·
Se agolpan los recuerdos y sigo soltero: la vidaLa boda. Y se casó mi hermano Sergio, hermano no consanguíneo, y mi amigo Batman (en el principio del milenio sólo se le veía de ... noche en Málaga Este, y de ahí el apodo) le hizo el discurso emocionado y emocionante. Pasa que a mí ya pocas cosas me emocionan. Y yo, a 360 km a vuelo de pájaro, 'cogiendo alúas', lloré: Andaba yo de guardia frente a los luceros y con nostalgia de amigos. Nostalgia de amigos, y de mar y de la susodicha boda que me dio un puñetazo hasta que llegó esa cosa: la melancolía. Un pitufo en 'Lapuri' que igual ya no me comeré.
Apareció Magnífico Margarito a salvarme, a invitarme a boquerones al lado de donde se pudre Miguel de Cervantes y llevan en un trono malagueño a Cristo de Medinaceli, y yo le conté a Cervantes, a M y a Margaro que otro 12 de marzo, día de mi nacimiento, salió en este periódico mi primera columna; y que la cosa iba sobre Javier Arenas y un caballo. Y pasa que la ausencia de la boda y los aniversarios se van agolpando en el corazón del cronista, que ya ve la vida con una melancolía que no le corresponde. Se le casan a uno a diestra y a siniestra, y el arribafirmante sigue en estado de soltería, que es una posición del alma que recomiendan los viejos pero que limita lo que es la vida y eso de enseñar a tu niño lo que es el ciclismo. Tener, en fin, un 'bambino' por Pedrega al que le acaricien los mofletes. Eso. Cuando el sanchismo no existía /exista y el mañana, la promesa de un futuro golfante, estaban/estarán de dulce.
La cuestión es que uno ve fotografías de despedidas de solteros, de musas que se casan y se obsesionan en el no futuro, y ya se le van al escribiente las ansias de amoríos y las ganas de escribir. Esas ansias que yo tuve cuando debuté en estas páginas: cuando la vida era vida, y comía con Alcántara y con Soler, y 'el sol salía para todos'. Allí.
Pero ahora lo que toca es vivir en los lunes y en columna, que, más o menos, es la vida impresa que te da la la perspectiva de la semana y del mundo. Es ver al misil de Moscú, sí, pero también un pinsapillo que va creciendo en nuestro Parque Nacional. Y vayamos a la boda a la que no fui, a la de mi hermano, porque anda uno siempre de vigilia periodística aunque parezca que dormita y lleva bufanda de poeta en el marzo español. No estoy en Ucrania, pero poco me queda.
Quiero celebrar los diez años en este periódico con algo que hemos conseguido, y nos citó 'La Vanguardia': ser la «segunda capital» de España. Las manos fuertes de Paco de la Torre harán algo, pero está en nosotros creernos algo que en Madrid, y en Barcelona, dan por hecho.
Se acumulan los recuerdos, digo. Y sigo soltero. Una década de lunes. Aquí, en el SUR. Vamos.
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