Bochorno
INTRUSO DEL NORTE ·
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INTRUSO DEL NORTE ·
Qué lejos quedan las internadas de Joaquín, la sonrisa de JoaquínHay veces que tanto nadar para morir en la orilla... Y hay otras en las que la matemática, los puntos, la potra y así salvan ... de la manera más deshonrosa. Eso pasó el sábado, y los que quieran ver que sólo hablo de 'fúrbo' van muy equivocados. Primeramente porque la salvación del Málaga por las casualidades numéricas es, para la moral, un insulto. No es ni astenia primaveral ni nada por el estilo: es, directamente, la falta de compromiso. Y por eso, esto que escribo va de fútbol y no.
Mantener la categoría por medio de terceros, perder en casa, equivale al bochorno. Es, en esencia, lo que hace el sanchismo. Pero el sanchismo no tiene masa crítica, y en la esencia del sanchismo está el mantenerse sin enmendar a base de carambolas. Y el malaguismo, el que pedía explicaciones a los jugadores, no es el sanchismo. Es un sentimiento, una pasión tantas veces cercenada por quienes deben dar un puñetazo en la mesa.
Era bochornoso, repito, que se perdiera en casa y se mantuviera la categoría. Así queda el aficionado exangüe, hipotenso, para el año que viene. Sin algo a lo que aferrarse en estos tiempos difíciles. Una mijita de esperanza para creer que volverá a ser lo que fuimos.
La vida, con sus golpazos y sus buenaventuras, hace que el fútbol a veces se aplace en las prioridades: pero siempre está ahí, para laminar la coronaria y hacer más triste el lunes, que es a lo que nos ha acostumbrado el equipo. A que los lunes sean tristes como los jueves parisinos de Vallejo.
Es demoledora la disonancia de un equipo al que le huele el trasero a pólvora y una ciudad que aspira a todo: al mundo, a la Expo, a ser lo que quiera en estos años de dudas. Un equipo no es sólo una excusa deportiva; es más. Es una embajada de la ciudad por medio de un canal, el fútbol, donde la Humanidad se abona al conocimiento del otro. O dicho de diferente manera, en parte la marca de la ciudad va en el escudo del equipo. Y así para el turismo como para los inversores de fuera.
Vuelvo a las metáforas, que ando metafórico, y la comparación es clara. Imaginen que la Málaga del siglo XXI tuviera el tren a carbonilla y un aeropuerto terrizo, como los africanos. Pues eso.
Nada hay peor que uno de esos lunes que hemos citado, con el alma requemada por la vergüenza, la desilusión y el terral. Igual cambian las tornas, pero ya la pasión ha tocado a algo más prosaico. Así las caras que se vieron en Martiricos cuando el pitido final.
Qué lejos quedan las internadas de Joaquín, la sonrisa de Joaquín, la chilena de Baptista que se vio hasta en Nueva Zelanda.
Tiempos que fueron.
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