El francés Bardella, de Reagrupamiento Nacional, ha prometido «un big bang de autoridad» allí donde haga falta, como en los colegios. Y ninguna tolerancia con ... la delincuencia. El líder español del poco conocido Frente Obrero dice que a la clase trabajadora no le preocupa la ecología, sino la delincuencia. Moisés Naím sostiene que el ascenso de los populistas (en este caso de Milei) se debe a que la gente «se agota, le fastidia tener siempre los mismos líderes diciendo lo mismo y haciendo las mismas promesas de siempre que nunca funcionan». La alternativa contraria les resulta atractiva. Volviendo a Francia, nuestra Angélica Liddell dice que «el pueblo ha devenido fascista». Que los partidos tradicionales han hecho el trabajo sucio a la ultraderecha y que a los votantes, «egoístas y repugnantes», les importa un bledo, la belleza, la poesía o las libertades. Y sí, seguramente los votantes, fascistas o no, prefieren la seguridad a la poesía.

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